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La Falsa Muerte de la Esposa novel Chapter 67

Capítulo 67

Aunque lo ideal habría sido que Valentín se presentara en persona a ofrecer disculpas, tras salir exhausto de una reunión interminable y al recordar que Esmeralda tenía vínculos con Isaac, sintió un nudo en la garganta, como si un mal presentimiento lo acechara. Optó entonces por delegar la incómoda tarea a su madre, Margarita, mientras él trazaba otro rumbo para la tarde.

-¡Pablo! -llamó con voz firme desde el salón.

Pablo, entretenido con sus juguetes a pocos pasos, alzó la vista con una mueca de fastidio.

-¿Qué pasa, papá?

-Ven aquí, ahora.

-No quiero, estoy jugando todavía.

-Voy a contar hasta tres. Si no vienes, vas a ver

La advertencia surtió efecto. Con un brillo de temor en los ojos, Pablo soltó sus figuras de acción y arrastró los pies hasta su padre. Valentín lo observó de arriba abajo, deteniéndose en su atuendo con una mezcla de incredulidad y enojo.

-¡Eugenia! -gritó hacia la cocina-. ¿Qué carajos le pusiste a Pablo? ¡Esta ropa parece un desastre!

Eugenia emergió de la cocina, secándose las manos en un delantal. Su rostro reflejaba una incomodidad que apenas disimulaba.

-Señor, yo le pregunté antes -respondió con cautela-. Siempre es su mamá quien decide qué ponerle a Pablo. Yo no tengo idea de cómo combinar esas cosas¿Quiere que lo cambie otra

vez?

Valentín, sin embargo, pareció iluminarse con una idea súbita.

-No, déjalo así.

Tomó la mano de Pablo con decisión.

-Hoy no cenamos en casa.

Sin más, salió con el niño a cuestas, dejando tras de sí un eco de pasos apresurados. Margarita, aún atónita por la noticia de su misión de disculpas, no tuvo tiempo de asimilarlo. En un arranque de frustración, dio un puntapié a la mesa, solo para arrepentirse al instante con una mueca de dolor.

Ya en el coche, Pablo, con la curiosidad brillándole en la mirada, rompió el silencio.

-¿A dónde vamos, papá?

16:251

Al recordar las palabras de su padre sobre no volver a cenar en casa, su rostro se iluminó.

-¿Vamos con Jaz a comer algo rico? ¡Qué buena onda, quiero ir a ese lugar de

hamburguesas!

-¡Comer, comer! -lo cortó Valentín, exasperado-. ¿Qué tienes en la cabeza? ¡Solo piensas en comida!

Haciendo un esfuerzo por contener su irritación, respiró hondo y preguntó:

-Tu mamá lleva días fuera de casa, ¿no se te ocurre llamarla para que vuelva? Y , dale que dale con Jaz

Pablo frunció el ceño, desconcertado. ¿Qué le pasaba a su papá hoy? Parecía otro.

Es mamá la que se largó, pensó, mientras murmuraba en voz baja:

-No es mi culpa que se haya ido. Ni a ti ni a nos quiere. ¿Para qué la voy a llamar?

-Además -añadió con un dejo de reproche-, eres el que siempre dice que Jaz es mejor que

ella.

La mano de Valentín se crispó sobre el volante. Giró la cabeza hacia el asiento trasero,

incrédulo.

-¿Yo dije eso?

-¡Claro, papá! Lo dices todo el tiempo. ¿Cómo se te olvida?

Con el rostro endurecido, Valentín lo fulminó con la mirada.

-Cierra la boca, Pablo.

Encendió el motor con un movimiento brusco y el auto se puso en marcha. Al notar que el camino no llevaba a casa de Jaz, Pablo no pudo contenerse.

-Entonces, ¿a dónde vamos?

-Vamos a ver a tu mamá -respondió Valentín, cortante.

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