Capítulo 110
Sabrina percibió las voces desde el pasillo antes de llegar a la oficina. El tono acusatorio de una mujer atravesaba la puerta cerrada.
-Este niño a menudo acosa a nuestro Thiago. Mira las heridas en su cuerpo… Hoy incluso le pegó a Thiago. André, esta vez no podemos dejarlo pasar así como así. Cuando lleguen los padres del otro niño, debemos exigirles una explicación como Dios manda.
La voz grave y distante de un hombre contestó con sequedad.
-Sí.
Sabrina contuvo el aliento un instante, luego golpeó suavemente la puerta de la oficina.
-Perdón por la tardanza.
Apenas cruzó el umbral, una voz infantil llena de indignación quebró el ambiente tenso.
-¿Qué haces tú aquí?
La mirada de Sabrina se posó en Thiago, quien se aferraba al costado de Araceli como buscando protección. Al encontrarse con sus ojos, el niño levantó el mentón con desprecio
evidente.
-¡Mi niñera no tiene por qué estar aquí!
“La maestra llamó a esta mujer y ella negó ser mi madre. Tal como dijo la señora Vargas, solo busca llamar la atención mía y de papá.”
“Primero dice que no vendrá y ahora aparece, ¿para qué?”
Araceli, al ver a Sabrina, compuso una expresión de asombro calculado, como si contemplara a
una intrusa en territorio ajeno.
-¿Señorita Ibáñez? ¿Qué hace aquí?
Inmediatamente después, cubrió su boca con fingida vergüenza.
-Señorita Ibáñez, disculpeme, no quise sonar así. Es que me enteré que cuando la maestra la llamó, usted no solo se negó a venir sino que dijo que no era la mamá de Thiago…
-Me preocupaba que Thiago estuviera lastimado, por eso vine a ver qué pasaba. No piense mal, no pretendo quitarle a su hijo.
Los presentes, maestros, director y rector del jardín de infantes, observaron a Sabrina con miradas cargadas de juicio y curiosidad.
-¿Entonces esta señorita es la madre de Thiago?
-En la actividad de padres e hijos de la semana pasada tampoco vino la mamá de Thiago, fue esta señorita quien asistió… Por muy ocupada que esté una, siempre hay que hacer tiempo para los hijos, ¿no creen?
1/2
17.22
Capitulo 110
-Definitivamente, y negar ser la madre de tu propio hijo es algo que no tiene nombre.
Varios maestros intercambiaron comentarios en voz baja pero perfectamente audibles. El personal de este jardín de infantes de élite había sido seleccionado con extremo rigor. No solo contaban con formación superior y espíritu de responsabilidad, sino que profesaban un amor genuino por los niños. A pesar de que la mujer frente a ellos pertenecía a un circulo poderoso al que no convenía ofender, también sabían que el propietario de la institución era alguien de considerable influencia. En situaciones justificadas, los maestros podian comunicarse de igual a igual con cualquier padre, sin importar su estatus.
André, de pie a un costado, endureció su expresión mientras clavaba su mirada en ella.
-Sabrina, puedo tolerar que discutas conmigo, pero esto involucra a Thiago.
La miró fijamente a los ojos con severidad.
Comments
The readers' comments on the novel: La Guerra de una Madre Traicionada