Capítulo 19
U
André sintió un nudo de impaciencia retorciéndose en su pecho, y su voz emergió fría, cortante: como el filo de una hoja invisible:
-Basta.
Fabián abrió la boca, dispuesto a insistir, pero Araceli lo frenó con un leve movimiento de cabeza, sus ojos suplicándole calma.
-Tranquilo, Fabián. Hoy celebramos el cumpleaños de Jorge, mejor entremos de una vez.
Ante la expresión gélida de André, Fabián apretó los labios y guardó silencio, sin atreverse a desafiarlo más.
En el reservado, Daniela paseaba inquieta, con la idea de invitar a unos modelos masculinos. danzando en su mente, pero Sabrina, firme, la detuvo.
-No, mejor no–dijo Sabrina, su tono sereno pero decidido-. Ya tomé la decisión de divorciarme de André, y no quiero darles ningún pretexto que puedan usar en mi contra.
Daniela suspiró, dejando caer los hombros con un matiz de decepción.
-Tienes razón, hay que ser prudentes para que no te compliquen las cosas.
Incapaz de contener su energía, Daniela se puso a cantar, llenando el aire con notas que rebotaban entre las paredes del reservado.
El tiempo se deslizó sin medida hasta que el teléfono de Sabrina vibró sobre la mesa, reclamando su atención.
Al ver el nombre de Marcelo en la pantalla, le hizo una seña rápida a Daniela y salió con pasos ligeros a contestar.
Marcelo quería discutir su plan de abrir un estudio propio; su contrato con la agencia estaba a punto de vencer, y con Sabrina considerando regresar, el momento parecia perfecto.
-Cuenta conmigo -respondió ella sin titubear, su voz cargada de certeza.
Tras colgar, Sabrina se dirigió al baño, dejando atrás el eco de la música.
Al salir, sus ojos tropezaron con Araceli, quien se retocaba el maquillaje frente al espejo, los gestos delicados como pétalos al viento.
Sabrina le dedicó una mirada fugaz y desvio la vista, indiferente.
Abrió el grifo, dejando que el agua fresca corriera entre sus dedos, y ya se disponía a marcharse cuando una voz suave la detuvo.
-Señorita Ibáñez.
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Sabrina giró el rostro, arqueando una ceja.
-¿Qué pasa? ¿Necesitas algo?
Araceli esbozó una sonrisa tenue y extrajo algo de su bolso con un movimiento lento, casi teatral.
-Señorita Ibáñez, mire esto, ¿qué le parece?
En su palma descansaba un amuleto de diseño antiguo, sus lineas gastadas susurrando historias de otro tiempo.
Sabrina frunció el ceño, y por un instante, su respiración se detuvo, atrapada en un recuerdo
lejano.
Araceli inclinó la cabeza, su sonrisa creciendo con un brillo sutil.
-Thiago me contó que este amuleto fue algo que usted pidió con fervor en la capilla cuando él
estaba enfermo.
Sabrina mantuvo el rostro impasible, una máscara de serenidad.
-¿Y qué con eso? ¿A qué vas?
Araceli agitó el amuleto entre sus dedos, como si jugara con un secreto.
-Según Thiago, después de que usted lo consiguió, su salud mejoro. Por eso me lo dio, con la esperanza de que también me ayude a sanar.
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