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La Guerra de una Madre Traicionada novel Chapter 24

Capítulo 24

Fabián giró el rostro con furia, sus ojos encendidos clavándose en Sabrina como dagas afiladas.

-¡¿Cómo te atreves a meterte con Araceli?! -rugió, su voz cargada de amenaza-. ¡Estás acabada! ¡Ya verás cómo te pone en tu lugar André!

Sabrina alzó la vista hacia él, su mirada serena contrastando con el torbellino de ira que lo

consumía.

-Fabián, ¿ser un lamebotas ya no te llena ese vacio tan peculiar que tienes? -preguntó con una calma cortante. ¿0 es que ahora has subido de categoría v te has convertido en el perrito faldero de turno?

Las palabras cayeron como un latigazo, y Fabián estalló, su rostro enrojeciendo de rabia.

-¡¿André, Jorge, escucharon eso?! -gritó, apuntándola con un dedo tembloroso-. ¡Me llamó perrito faldero! ¡Y hace rato, afuera, dijo que era un lamebotas!

Jorge dejó escapar una tos discreta, buscando apaciguar las aguas.

-Fabián, mejor dejemos que André resuelva estosugirió con voz templada.

-¡No! -bramo Fabián, su furia resonando como la de un felino herido. ¡Hoy André me va a dar una explicación, o no me muevo de aquí!

Sabrina, imperturbable, se limitó a encogerse de hombros.

-Pues quédate si quieresdijo con desprecio-. Yo tengo cosas que hacer, así que me largo.

Masajeando su muñeca enrojecida, donde aún palpitaba el eco del agarre anterior, intentó deslizarse entre ellos para marcharse. Pero André, con el ceño fruncido, extendió la mano y la sujeto de nuevo por la muñeca. Esta vez lo hizo con menos fuerza, aunque su agarre seguía firme, impidiéndole escapar.

Fabián abrió la boca para añadir algo más, pero al cruzarse con la mirada sombría de André, optó por guardar silencio. Araceli, testigo muda de la escena, también prefirió mantenerse al margen, sus labios sellados.

Con un movimiento brusco, André empujó a Sabrina hacia el interior de un salón privado desierto. Una vez dentro, cerró la puerta tras de sí y la observó con una sonrisa torcida, cargada de burla.

-Sabrina, ¿este es tu nuevo jueguito? -preguntó, su tono destilando sarcasmo-. ¿Atraer y luego rechazar, como si fueras una experta en el arte de la seducción?

Sabrina frunció el ceño, desconcertada.

-¿De qué hablas? -replicó, su voz tensa pero contenida.

André la estudió con desprecio, sus ojos recorriéndola de arriba abajo.

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Captulo 24

-La última vez fingiste estar en peligro para arrastrarme hasta ti, y al final no pasó nada -espetó-, Dime, Sabrina, ¿cuándo aprendiste a caer tan bajo con esos trucos baratos?

Un nudo se formó en el pecho de Sabrina, oprimiéndola hasta dificultarle el aliento. Era

como si una mano invisible le apretara el corazón, desgarrándolo poco a poco con cada palabra. Apretó los puños con fuerza, y el leve crujido de sus uñas al quebrarse contra su palma resonó en su

mente.

¿Bajos? ¿En serio piensa que soy tan despreciable?se preguntó, mientras el dolor y la incredulidad se entrelazaban en su interior.

La última vez no había sido ningún truco. Aquel día, mientras recorria el mercado en busca de tamales frescos, todo se habia torcido. Esa mañana, Thiago se había quejado de que los vegetales no estaban a la altura, dejándolos casi intactos tras un par de mordiscos. Sabrina sabia que el comentario probablemente había sido un dardo envenenado de Araceli, quien no perdía oportunidad de mencionar que Belén solía encargarse de esas compras. Decidida a no darle el gusto, salió ella misma a buscar lo mejor.

Pero entonces apareció aquel hombre. Un desconocido despechado, arruinado tras perderlo todo por un engaño. Consumido por la desesperación y el odio, había decidido descargar su furia contra el mundo, y Sabrina, absorta escogiendo zucchinis, se cruzó en su camino. Con un cuchillo oxidado presionado contra su cuello, el hombre gritó amenazas a la policia, su mano temblorosa dejando una marca superficial en su piel.

Intentando calmarlo, Sabrina le habló con firmeza.

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