Capítulo 56
La imagen era digna de una portada de revista: él con su porte imponente y ella con su delicada figura, entrelazados en un abrazo que parecía predestinado por el mismo universo.
Sabrina contemplaba la escena con un rostro impasible, mientras una invisible tenaza oprimía su garganta, robándole cada aliento y dejándola al borde de un abismo de sensaciones que no lograba nombrar.
Ahora lo entendía. André había acudido al hospital por Araceli.
Y como cruel coincidencia del destino, había presenciado su humillación pública.
André frunció ligeramente el ceño y apartó a Araceli con un movimiento suave pero decidido.
-Araceli… -Las palabras quedaron suspendidas en sus labios al comprobar que Gabriel ya conducía a Sabrina lejos de allí.
André entrecerró los ojos con visible tensión, dispuesto a seguirlos, pero Araceli se aferró a su
brazo con sutileza.
-André, esta mañana recibí llamadas de varios testigos. Me han asegurado que están dispuestos a dar su declaración formal.
La mirada de André adquirió un brillo inquisitivo.
-¿Declaración sobre qué?
-Sobre cómo la señorita Ibáñez provocó mi accidente. Con estos testimonios, será imposible que niegue su responsabilidad.
Araceli modulaba cada palabra con la suavidad de una brisa primaveral.
-No te preocupes, André, Comprendo que ella es tu esposa y no deseo causarle problemas innecesarios. Mis heridas sanarán; solo necesito que me ofrezca una disculpa pública y podré olvidar el incidente.
-Los comentarios en redes no favorecen en absoluto a la señorita Ibáñez. Una aclaración de su parte restauraria considerablemente su imagen pública.
-Cuando eso suceda, apoyaré su versión afirmando que todo fue un desafortunado accidente sin intención maliciosa. Así zanjamos el asunto definitivamente.
El rostro de Araceli irradiaba una bondad casi angelical, y cada frase destílaba aparente preocupación por el bienestar de Sabrina.
Ni una sola mención a su propio sufrimiento o a las consecuencias del accidente; una muestra de empatia que rozaba lo sobrehumano.
La mirada de André se suavizó visiblemente mientras susurraba:
-Ojalá Sabrina tuviera tu nivel de comprensión.
Araceli esbozó una sonrisa cálida.
-Tranquilo, quizás solo necesita tiempo para procesar todo. Eventualmente verá las cosas con claridad.
Aquella noche, múltiples supuestos testigos inundaron las redes con videos narrando su versión de los hechos.
[Acababa de salir de la oficina y caminaba por esa avenida cuando el vehículo de la señorita Ibañez apareció repentinamente, impactando de lleno contra el auto de la señorita Araceli.]
[¡Ni siquiera intento frenar! ¡Me quedé paralizado! Inicialmente pensé que había confundido los pedales, pero luego comprendi que mantuvo su trayectoria deliberadamente, como si persiguiera un objetivo especifico.]
[Decenas de personas presenciaron lo mismo que yo. No estoy inventando nada.]
A raíz de este primer testimonio, surgieron muchos más, todos confirmando la misma
narrativa.
Cada declaración pintaba las acciones de Sabrina como calculadas y despiadadas, mientras urgían su pronta disculpa pública.
Justo cuando el fervor mediático comenzaba a diluirse ante el silencio de Sabrina, ella sorprendió a todos anunciando una conferencia de prensa.
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