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La Guerra de una Madre Traicionada novel Chapter 80

Capítulo 80

Gabriel se quedó atónito ante las palabras de Sabrina, una genuina preocupación maternal que no esperaba escuchar.

La atmósfera entre ambos fue interrumpida por una voz femenina que flotó desde un costado

del salón.

-Señorita Ibáñez, qué sorpresa encontrarla aquí.

Sabrina y Gabriel giraron sus rostros al unísono.

Una figura esbelta se aproximaba con pasos calculados hacia su mesa, escoltada por un hombre de porte distinguido y expresión impenetrable.

-Qué coincidencia tan particularpronunció Araceli con una sonrisa estudiada-. ¿La señorita Ibáñez también frecuenta este establecimiento?

Sabrina la atravesó con una mirada fugaz antes de desviar su atención con deliberada indiferencia.

-¿Qué quieres?

Araceli escrutó a Gabriel por un instante evaluador.

-Señorita Ibáñez, ¿podría conocer su relación con este caballero?

La respuesta de Sabrina emergió envuelta en un manto de frialdad.

-No es asunto tuyo, ¿verdad?

Araceli, imperturbable ante el desplante, continuó:

-Es inusual encontrarse con la señorita Ibáñez en este lugar. ¿Les incomodaría que nos

uniéramos a su mesa?

Sabrina contrajo ligeramente el ceño y estaba por declinar cuando Gabriel se adelantó a responder.

André evocó la sonrisa que Sabrina había dirigido a Gabriel momentos antes, y sus ojos intensos se oscurecieron bajo una sombra de recelo.

Cuando ella posaba su mirada en André, su semblante se transformaba en una máscara de

hielo.

Si su propósito era captar su atención con ese comportamiento

Debía saber que lo había conseguido plenamente.

André deslizó una silla y tomó asiento con elegancia calculada junto a Sabrina.

-¿El señor Castillo es amigo de mi esposa?

La mesa estaba dispuesta para cuatro comensales. Sabrina y Gabriel se hallaban frente a

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Capitulo 80

frente.

André se había acomodado estratégicamente al lado de Sabrina, obligando a Araceli a ocupar el lugar adyacente a Gabriel.

Gabriel exhibió una sonrisa despreocupada que no alcanzó sus ojos.

-Por supuesto. Aunque debo expresar mi gratitud al señor Carvalho, pues gracias a sus acciones tuve el privilegio de conocer a una amiga tan extraordinaria como Sabrina.

Sabrina elevó la mirada hacia Gabriel con interés renovado.

Los ojos de André se tornaron aún más sombríos.

-¿El señor Castillo insinúa quesu amistad es reciente?

-Mérito del señor Carvalho. Si no fuera porque él, en numerosas ocasiones, abandonó a su esposa a su suerte, al extremo que incluso un desconocido como yo no pudo mantenerse al margen, Sabrina y yojamás habríamos forjado esta valiosa amistad.

La sonrisa de Gabriel irradiaba calidez aparente, pero sus palabras destilaban un veneno sutil.

Con las personas más allegadas a su lado, como su esposo, él simplemente observaba cómo su mujer era vapuleada en redes y acosada por individuos despiadados. Aquellas palabras constituían, indudablemente, un golpe certero contra André.

Araceli, percibiendo la tensión creciente, intervino con premura para distender el ambiente.

-Propongo que ordenemos los alimentos. Este restaurante suele demorarse en el servicio, así podemos conversar mientras aguardamos.

Gabriel no persistió en su ataque y solicitó la presencia del camarero.

André examinó la carta y seleccionó varios platillos sin aparente criterio.

Gabriel, con sorpresa visible, comentó:

-¿El señor Carvalho tiene semejante apetito?

Araceli experimentó un momento de incomodidad.

-André incluyó mi porción también.

Gabriel adoptó una expresión intrigada y dirigió su atención hacia Sabrina.

-Sabrina, ¿aún quieres el jugo de mango?

Sabrina asintió con un movimiento sutil.

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