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La Novia Equivocada Novela de Day Torres novel Chapter 127

CORAZONES ATADOS. CAPÍTULO 14. ¿Tú estás dispuesta a seguir?

A Maddi se le escapó un gritito de sorpresa cuando James la levantó contra la misma puerta de

entrada.

¡Ay Dios! ¿Si sabes que tus padres siguen afuera?

-¡Y los estamos oyendo! -escucharon gritar a Nathan, pero James solo rio, la hizo envolver las piernas en su cintura y se la llevó a… la siguiente puerta cerrada.

Su boca devoró la de Maddi, arrancándole un gemido de placer mientras acariciaba su cuerpo por encima de la ropa.

Maddi atrapó el rostro de James mientras se besaban, sintiendo la punta de su lengua explorar su boca. Sus manos se deslizaron por sus hombros y recorrieron su pecho, ardiendo a medida que memorizaba cada músculo. No pudo evitar arquearse hacia atrás contra la puerta, sintiendo la dura erección presionando contra su sexo, como si hubiera conectado una corriente eléctrica que la hacía temblar de deseo.

James la llevó escaleras arriba, sentándola en la cama para sacar su vestido sin ningún esfuerzo.

Su piel estaba caliente al contacto de sus labios, y Maddi se derritió en sus brazos mientras él la besaba profundamente. Suspiró en su boca cuando le soltó el broche del brasier para recorrer sus pechos desnudos, y se estremeció cuando sus dedos juguetearon con los extremos sensibles de sus pezones.

James los chupó y mordisqueó, sacándole gemidos entrecortados de placer, y Maddi se aferró a él mientras ondeaba contra su cuerpo. Estaba perdida en el calor de sus caricias, en la forma en que la hacía sentirse viva y ardiente. No había nada más en el mundo que ella y James, nada importaba excepto el presente.

James se puso de rodillas ante ella, acariciando sus muslos con las palmas de sus manos. Sus dedos se detuvieron en la tela de su braga, y tiró de ella para quitársela.

Fue una sensación nueva y aterradora estar completamente desnuda frente él, pero aquella mirada la hacía sentir segura y deseada. Sus manos se movieron por todas partes, acariciando, tocando, agitando todos sus nervios hasta que Maddi estaba temblando y jadeando de necesidad.

Vamos a hacer esto muy despacito, muñeca, bien despacito porque no tenemos apuro… -¡Habla por ti! -jadeó ella y James sonrió mientras la empujaba suavemente sobre la cama y trazaba un camino de besos sobre su vientre.

Tenía apenas una pequeña curvita, pero eso era suficiente para que le aleteara el corazón como un loco.

-¿Crees que es extraño? -susurró besando su vientre.

-¿Qué?

-Que me excite saber que estás embarazada -murmuró él y Maddi le regaló una sonrisa

suave.

-Tenía miedo de que no te gustara, así que… ¡bienvenido el sano fetiche! -rio y James rompió en carcajadas.

-¡Dios, eres tan linda! ¡Te quiero comer! -gruñó mordiendo con sensualidad sobre su piel y la escuchó jadear por la anticipación.

Su lengua encontró aquel punto de placer perfecto sobre su sexo y lo atacó con lujuria, disfrutando de la forma en que la hacía cerrar las manos sobre las sábanas.

Maddi se sentía como en un sueño. La presión de su lengua sobre su clítoris la hacía arder con necesidad, y gimió sin control cuando él reemplazó su lengua por los dedos para acariciarla y luego invadirla.

-¡Estás empapada, nena! ¿Tanto quieres esto?-murmuró metiendo y sacando lentamente. sus dedos, como si necesitara asegurarse de que no le haría daño, hasta que ella gritó su nombre a punto de estallar.

James se alzó entre sus piernas, acariciando todo su sexo con la punta de su miembro hasta que empezó a hacer presión contra su entrada.

Dame un segundo, nena —dijo él mordiéndose los labios y ella asintió sin poder hablar.

Levantó la mirada para encontrar sus ojos llenos de deseo y sintió cada segundo, cada milímetro con que James iba empujándose dentro de ella, abriéndola, llenándola.

-¡Tan apretada! -murmuró él, y Maddi gimió cuando lo sintió topar contra su final

-¿Ya? -preguntó y él sonrió.

-Todavía no, muñeca. Todavía no… pero por un tiempo esto tendrá que bastar -susurró inclinándose sobre ella y mordisqueando su garganta y Maddi ahogó un gemido cuando empezó a moverse.

Era una sensación increíble tenerlo dentro de ella, llenándola de la manera más perfecta y haciéndola sentir más viva que nunca. James se movía despacio al principio, intentando no lastimarla, pero cuando Maddi arqueó su espalda para encontrar más placer contra sus caderas, entendió que a ella no le alcanzaba y aumentó el ritmo.

-James…

-¿Qué pasa, nena?

¡Por favor… necesito más! -susurró ella desesperada.

Pero solo un poquito más, nena, solo poquito le advirtió y sus movimientos se volvieron más rápidos.

La penetró con fuerza, sintiendo como aquella humedad lo rodeaba y lo atrapaba.

Maddi se sentía en llamas, su cuerpo se estremecía de deseo y necesitaba que James la hiciera explotar.

-¡Te lo ruego! -gimió ella y él comprendió.

No quería ser brusco, pero no podía resistirse a aquella mujer. La deseaba demasiado y necesitaba darle todo el placer del mundo.

Aceleró el ritmo un poco más, sintiendo como sus cuerpos se fundían en uno solo. Maddi se aferraba a él mientras James la penetraba una y otra vez, llevándola al borde del climax a cada segundo.

¡James! gritó Maddi, y él tiró de su cuerpo para estrecharla.

La tomó de la cintura y la sintió anclarse a su cuello mientras seguía moviéndose con fuerza dentro de ella. Tenía ganas de dejarse llevar por toda aquella pasión que tenía acumulada, pero también tenía miedo de lastimarla. Se dio la vuelta, apoyándose en la cabecera de la cama y poniéndola sobre él.

-Eso nena, muévete para mí. Déjame verte, tú sabes hasta dónde puedes llegar -jadeó acariciando sus pechos, y pronto se dio cuenta de que Maddi estaba tan caliente que podía llegar al infinito y más allá.

Sus bocas se encontraron en un beso lujurioso y sus movimientos se volvieron más salvajes. Maddi se movía como si estuviera poseída por la fiebre, subiendo y bajando sobre él, agarrándolo con fuerza y sin dejar de besarlo.

James la sujetaba de las caderas para guiarla mejor y no perderse en aquel momento, pero pronto Maddi tomó el control. Sus caderas lideraban aquel ritmo y sus pechos se balanceaban contra él. Era una visión tan hermosa que James no podía resistirse a tocarla, así que acarició sus pezones hasta que sintió como se endurecían aún más bajo sus dedos.

-¡James…! -jadeó ella en su oído mientras se tensaba.

Él entendió aquel espasmo, la agarró de las nalgas y la levantó un poco más, dándole una mejor penetración. Maddi soltó un grito y él supo que era el momento perfecto.

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