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La Novia Equivocada Novela de Day Torres novel Chapter 137

CORAZONES ATADOS. CAPÍTULO 24. Un instante de felicidad

Maddi no tenía ni idea de qué se trataba, pero estaba emocionada por hacer cualquier cosa con James, así que se dejó vendar los ojos y guiar fuera de la tienda. James la ayudó a subir a su auto y la llevó a casa mientras Sibar los seguía en una camioneta. Le dio el resto del día libre al guardaespaldas, junto con su agradecimiento, y levantó a Maddi en brazos para llevarla.

-¿A dónde vamos? -preguntó ella.

-Estamos en casa -susurró él en su oído con un tono que la hizo estremecerse.

La bajó despacio y la llevó caminando unos metros hasta que sintió el corto césped del jardín bajo sus sandalias. Puso sus manos sobre aquella superficie, inclinándola un poco para que la tocara, y Maddi no demoró en saber qué era.

-Es tu regalo de inicio de universidad -susurró él y negó.

-¡Te mato, James! ¡Te dije que no quería un deportivo, yo no soy…!

Pero no pudo seguir hablando porque James le quitó la venda de los ojos con una sonrisa y ella pudo ver que no era un deportivo. Si era un auto, pero en lugar de uno lujoso y llamativo, era una pequeña camioneta, graciosa y sexy como ella.

-¡Ay Dios, qué cosa más linda! -murmuró Maddi cubriéndose la boca con las manos.

-Ya sé que no eres de deportivos lujosos, pero necesitas un auto para ir a la universidad y apenas vi a esta nena supe que era una coqueta como tú -le dijo él envolviendo su cintura con los brazos y apoyando la barbilla en su hombro-. ¿Te gusta?

Maddi suspiró profundamente mientras se agarraba a sus brazos.

-Yo debería decir que esto es demasiado -murmuró-. ¡Pero diablos, esto es amor a primera vista! ¡ Hasta contigo me dio más trabajo! 1

-¡Oye! ¿Me estás diciendo que yo no fui amor a primera vista? -se burló James-. Ya sé que andabas medio aturdida en un pasillo pero yo debía verme algo así como un ángel vengador…

Maddi rio besándolo y James rio mientras la levantaba por la cintura para sentarla sobre aquel capó. Se metió entre sus piernas y la besó desesperadamente. La extrañaba tanto… hacía semanas que dormían juntos pero no se habían tocado ni una vez, y James realmente la estaba deseando con todas sus fuerzas.

Aun así no quiso parecer demasiado desesperado y sacó las llaves del bolsillo.

-¿Qué tal si vamos a dar una vuelta? -le preguntó-. Tú conduces y yo te guio a un lugar especial que ni siquiera podrás imaginar que existe en Londres.

Maddi tomó las llaves y se sentó detrás del volante con entusiasmo, encendiendo el coche mientras james se subía al asiento del copiloto. Salieron de la propiedad y James le orientó que se dirigiera al norte de la ciudad. Salieron del bullicio y muy pronto la carretera se llenó de árboles alrededor.

-James, ¿a dónde vamos?

-A Hampstead Heath Ponds -respondió él con una sonrisa.

Maddi arrugó el ceño. Hampstead Heath Ponds era un pequeño y hermoso lago al norte de Londres. Se podía llevar un picnic, bañarse, disfrutar del ambiente agradable y fresco con la familia y los amigos. Ella había ido un par de veces con su padre pero…

-Cariño, yo he estado en el lago Hampstead Heath Ponds antes y no recuerdo que este fuera el camino

-murmuró.

-Claro que no–sonrió él con picardía-. Gira a la izquierda y vas a ver por qué.

Maddi obedeció y poco después alguien abría un enorme portón para ellos.

-¿Qué es esto? ¿Un acceso privado? -se sorprendió la muchacha.

-A una parte del lago a la que nadie tiene acceso normalmente -respondió James y Maddi se quedó maravillada de lo hermoso que era todo alrededor.

El camino era de tierra, cubierto de hojas y rodeado de enormes árboles que tapaban la vista del cielo. Avanzaron poco más de un kilómetro y se encontraron con un pequeño muelle al borde del lago. Todo alrededor estaba desierto, solo se escuchaba el murmullo apacible del agua.

-Hoy todo esto es para nosotros -dijo James bajando de la camioneta y sacando una hermosa cesta de picnic que había en la cajuela-. Lo renté ayer, así que vamos a pasar un lindo día aquí.

Maddi se apoyó en el capó y miró alrededor.

-¿Solo para nosotros? ¿No vendrá nadie más? -preguntó ella por lo bajo y James la miró.

-No… no vendrá nadie más. ¿Por qué pr…? -pero no pudo terminar aquella pregunta, porque la vio morderse el labio inferior con nerviosismo y enseguida supo la respuesta.

Un instante después su boca devoraba la de Maddi mientras la escuchaba exhalar un gemido de gusto. Maddi lo necesitaba tanto como él a ella, y estar en un lugar como aquel era un detonador perfecto para que todo sucediera.

Hundió la lengua en su boca y ella se apretó contra su cuerpo, buscando sentirlo más. Sus manos recorrieron sus cuerpos, encontrando la ropa que los separaba y quitándosela con movimientos torpes y apresurados. Maddi tenía la piel caliente y suave y ella podía sentir cómo aquella erección despertaba contra ella con fiereza. Le sacó la playera y le abrió el cinturón y lo hizo retroceder hasta apoyarse en el parachoques. Le abrió la bragueta y fue dejando un camino de excitantes mordiscos mientras se ponía de rodillas delante de él y liberó su miembro, duro y palpitante.

No pudo evitar lanzar un gemido de anticipación cuando lo vio, y luego levantó la mirada para verlo morderse el labio inferior, con los ojos llenos de deseo.

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