ATRACCIÓN PELIGROSA. CAPÍTULO 11. Un hombre celoso
¿Que Aaron Orlenko era un buen hombre? Sí, eso sí. ¿Que era un dechado de virtudes…? Pues eso no. Y se dio cuenta en el mismo momento en que escuchó aquel “Nos vemos mañana” y sintió que estaba loco por nalguear a Nahia y no de la mejor manera.
No dijo ni una palabra en todo lo que quedó de tarde, pero ella, en cambio, parecía muy animada. Conversó con todos sus compañeros de clase, visitó todos los lugares de interés y los salones en los que iba a recibir materias y básicamente habría pasado el día perfecto si no hubiera, como siempre, una mosca en la sopa.
-¡Por dios, es que está más bueno que… que…! ¡Ni siquiera tengo con qué compararlo! -murmuró una chica llegando junto a ella y Nahia recordó que se llamaba Vanessa, la genio lingüista de la clase, así que literalmente debía estar muy impresionada para quedarse sin palabras-. ¿Cómo haces para pasar todo el día con él y no comértelo? 2
-¿Porque tengo autocontrol? -replicó Nahia forzando una sonrisa.
-O porque no te gustan los hombres, linda, porque no hay forma de que no te quieras comer ese pastel suspiró Vanessa mirando al guardaespaldas de arriba a abajo y humedeciéndose los labios de una forma en que ni a Nahia ni a Aaron le pasó desapercibida.
Mi guardaespaldas es mucho más que un pedazo de carne, Vanessa -dijo Nahia con incomodidad-. Pero no es fácil conocerlo a fondo.
-No, si yo lo que quiero es que me conozca hasta el fondo -gruñó la chica con tono necesitado y Nahia se alejó de ella para no tener que ponerse desagradable. 2
Vanessa era una de las alumnas que vivían en las residencias del campus, así que por suerte fuera de clases no tendrían que encontrarse con ella.
Sí, le molestaba mucho que se comiera a Aaron con los ojos, pero no iba a hacer una escenita de ceos porque sabía que el sentimiento no era mutuo, y no iba a hacer pagar a Aaron por la calentura de su compañera de clase. Lo lindo y lo sexy no se le podía quitar así que ella iba a tener que aprender a vivir con un chico codiciado.
Vio a Vanessa ir a sacarle conversación a Aaron, pero estaba segura de que él no le daría ninguna entrada a sus coqueteos, y además ella estaba muy ocupada armando sus planes.
Ese día se le perdió tres veces a Aaron entre la gente, y aunque finalmente él siempre terminaba encontrándola, se empezó a molestar aún más cuando ella no quería decirle qué traía o llevaba. Al final del día su mochila pesaba considerablemente y Aaron sabía que no eran solo libros.
-Espero que de verdad no estés planeando otra broma -murmuró él esa noche mientras comían-. Te advierto que los fuegos artificiales debajo de mi cama podrían iniciar un incendio en el edificio.
Nahia se aguantó la risa.
-Pues no lo había pensado -replicó-, pero gracias por darme ideas. ¿Quieres postre?
Aaron achicó los ojos porque ella estaba demasiado amable. Desde que se había encontrado con el conde de montecristo pirata con florete no dejaba de sonreír.
-¿En qué andas, Nahia? -siseó él sintiendo cómo los celos lo dominaban.
-¡En nada malo, te lo juro! -respondió ella recogiendo los platos y poniendo el postre entre los dos, incluso fue la primera en probarlo para que él se diera cuenta de que no tenía nada de malo… como un laxante, por ejemplo.
Pero Aaron no se había comido ni tres cucharadas cuando el teléfono de Nahia empezó a sonar y la vio meterse la mano en el bolsillo mirando el número.
-Lo siento, tengo que contestar, permiso -dijo ella corriendo hacia su cuarto y a Aaron casi se le desprendió la Quijada porque “permiso” no era algo que la escuchara decir a menudo.
Nahia se encerró en su habitación y contestó al teléfono.
“Hola amiga” saludó Josh y Nahia sonrió.
-Hola, ¿cómo estás?
“Trabajando para ti aunque todavía no sé por qué“, respondió Josh. “Pero logré conseguir lo que me
pediste. No tiene muchos años así que por suerte todos los archivos estaban digitales, solo te advierto que son muchos”
Nahia casi saltó de alegría.
-¡Mándame esas fotos de inmediato! -exclamó- ¡Ah, espera, voy por la impresora!
Dejó el teléfono sobre su cama y Aaron se alejó rápidamente de la puerta mientras ella salía y desconectaba la impresora que estaba en la salita para cargarla hasta su cuarto.
-¿Necesitas ayuda? -preguntó Aaron.
-Nop, gracias, esto tengo que hacerlo yo solita -sentenció ella volviendo a su habitación y cerrando con
seguro.
Por supuesto que Aaron ni corto ni perezoso le pegó el oído a la puerta. 1
-¡Listo, mandame esas fotos! -la escuchó decir para después soltar toda serie de exclamaciones-. ¡ Oh, dios mio! ¡Eso sí que no lo esperaba! ¡Es un monstruo…! 1
Y todo lo demás fue ahogado por el sonido de la impresora mientras Nahia metia uno tras otro el papel de fotos y sacaba todas aquellas fotografías. Aaron, en cambio, se había puesto más rojo que un tomate imaginando toda clase 2
-¡Me encanta, no puedo esperar! -la escuchó decir con un suspiro. 1
“Me alegro, entonces mañana nos vemos a las cinco” le recordó Josh.
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