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La Novia Equivocada Novela de Day Torres novel Chapter 69

CAPITULO 69. ¡Pero apaga la estufa, Christian Greyl La casa era un hervidero de invitados, todos estaban felices por el regreso de los niños y la recuperación de Rex. Sophia le había hecho un enorme cartel de bienvenida y habían organizado una verdadera celebración.

en el jardín trasero, el equipo de los Patriots jugaban contra un improvisado equipo de los Street Dogs, los motociclistas que habían recuperado a Sophia y James.

¡Entonces a ti es a quien tenemos que agradecer! – saludó feliz Rex cuando le presentaron a Wayne Bishop

– Para nada, la verdad fue mi muchacho el que estaba atento, yo solo impresioné con la estatura dijo señalando a su hijo, que corría como un venado entre los jugadores esquivándolos – ¡Will, ven a saludar!

El muchacho de trece años lanzó la pelota y se acercó corriendo a su padre. 2

– Hijo, este es Rex Lanning – lo presentó y William Bishop se restregó siete veces las manos en el pantalón antes de saludarlo.

–¡Un placer, señor! ¡Un placer! –el chico sacudió su mano con admiración, Rex hizo un puchero y Meli estalló en carcajadas.

–¿Cómo que “señor“!? ¡Es que no te ganas el autógrafo, Will, no te lo ganas!

Las risas no se hicieron esperar, porque Rex Lanning todavía se consideraba un niño como para que lo estuvieran llamando “señor“. Lo acomodaron en una tumbona del jardín y pasaron la tarde más maravillosa de todas. Sophia no se movía del lado de Rex, y juntos le encontraban todas las fallas de estrategia a las jugadas de los dos equipos.

– Me gusta verte feliz, ballenita –Rex le dio un codazo amistoso–. Pero ya es hora de que te vayas a jugar con los niños de tu edad, para atender enfermos ya está tu madre, que con la edad que tiene tu papá, tiene que ir agarrando experiencia en identificación de infartos y reanimación. 4

Se río de sí mismo y luego de Sophia.

– ¿Qué es infarto?

–Lo que le provoca tu madre a tu padre cada vez que le dice: “tenemos que hablar“. 1

Enseguida alguien se paró entre ellos y Nathan habló con una voz que pretendía ser seria.

–¡Hey! ¡Respeta a tu marido, o no te espanto más mujeres, te lo aviso..! –advirtió Nathan y se sentó junto a él.

—¡Entonces no me arriesgo, no puedo quedarme sin alguien que me espante a las futura novias..! – Ni siquiera había acabado de decirlo cuando Sophia se paró frente a él con una escoba.

–¿A quién hay que espantar? –gruñó arrugando la nariz y poniéndose una mano en la cintura –. Rex no puede tener novia. Él es mío. ¿Por qué no lo acaba de entender? ¡Papi, díselo! 1

Nathan se aguanto la risa y negó.

–Es porque no lo estás amenazando con el instrumento adecuado, hija. Vete a la cocina a por

una de las sartenes de tu madre y verás que con eso sí te obedece – le dijo y Sophia abrió los ojos como si hubiera tenido una epifanía.

–¡OK! ¡Ya vuelvo!

Corrió hacia la cocina y Rex hizo una mueca.

– Nathan King, criando hijas para ser acosadoras desde 2014.

–Y será mejor que la aproveches porque tus días de favorito están contados – le advirtió Nathan y señaló a unas enormes cajas de regalos que traía el chico Bishop.

Apenas Sophia volvió y Meli trajo a James, William los invitó a abrirlos. El de James era más pequeño: un lindo triciclo que parecía una pequeña moto. Le pusieron su casco y sus rodilleras y Meli lo empujó por todo el jardín mientras el bebé reía de gusto.

– ¡Pedalea, mono, pedalea! – le gritaba Sophia emocionada, pero James solo encogía los piecitos como un pequeño sapito y reía de cara al viento mientras su mamá lo paseaba.

Todos estaban impresionados con el hermoso regalo, pero cuando Sophia abrió el suyo, no hubo nadie en aquel jardín que no se quedara boquiabierto.

Era una Harley en miniatura, exacta en cada detalle a una original, solo que en tamaño Sophia.

–¡Wooooooowwww! –exclamó la niña mientras daba vueltas alrededor de la moto–. ¿En serio es para mí, Will?

–Cuando te subiste con mi papá a la moto me di cuenta de que te gustó mucho, así que hice esta para ti. Es casi igual a la de mi padre, solo que esta es eléctrica y va más despacio. ¿Quieres probar? –dijo el muchacho.

–¡Claro que sí! ¡Gracias Will! —exclamó Sophi colgándose de su cuello y dándole un beso en la mejilla antes de subirse a su mini moto y que William le explicara cómo usarla.

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