CAPÍTULO 76. ¡Decide! El rostro del gobernador Bharon se puso lívido al escuchar aquellas palabras. Era una locura que Siro lo hubiera delatado.i¿Por qué nadie le había avisado?! Se giró hacia Stephanie y ella pudo ver la indecisión en sú rostro. –¡No te atrevas a traicionarme, Thomas! –gritó Stephanie al darse cuenta de que el cobarde del gobernador había estado a punto de quebrarse solo con aquella estupidez. –i¿No estás viendo el maldito video, Stephanie?! – la increpó él –. ¡Eso lo cambia todo!
– ¡Eso no cambia nada! ¡¿No pagaste ya a un policía para que desapareciera la confesión de Marilyn?! – lo increpó-. ¡Pues hazlo de nuevo! ¡Mi padre ya mató a un hombre para conseguirte la posición de gobernador, pero tienes que empezar a buscarte la vida!
El gobernador se mesó los cabellos con desesperación. Cuando se había enredado con Stephanie Wilde había creído que resolvería todos sus problemas, porque que Wilde no parecían gente nada escrupulosa, pero ahora se daba cuenta de que eran más inestables de lo que habían imaginado.
–¡Sí..! ¡Sí, puedo hacerlo! –murmuró caminando de un lado a otro –. Puedo hacer desaparecer la evidencia otra vez... – Se detuvo y miró a Meli de arriba abajo con expresión de superioridad –– ¡Pero a la que hay que desaparecer es a ti, que eres una maldit@ piedra en el zapato de todos! Meli le devolvió una mirada gélida y vio que Stephanie se contoneaba para acercarse a su marido.
–¡Eso yo lo puedo resolver! –siseó mientras sacaba su celular y hacía una llamada–. Necesito que te ocupes de esto – fue lo único que gruñó antes de colgar y Meli se adelantó.
–Te dije que venía a negociar contigo, Stephanie. Este video a cambio de que retiren los cargos contra Nathan, si nosotros nos hundimos ustedes también –replicó levantando la voz –– ¡Ya me conoces, no voy a irme sin pelear!
A su espalda se abrió una puerta y Meli se giró para enfrentarse cara a cara con Marilyn. La mujer parecía más que satisfecha mientras le apuntaba con un arma. No era nada que no esperara ya, pero eso no hacía su situación menos peligrosa. – ¿Así que estos son los amigos poderosos de los que hablabas? –siseó Meli—. El gobernador te sacó de la cárcel.
–¡Ya ves! –rio Marilyn con arrogancia– . Manipular la evidencia, pagarles a policías y sacar de la cárcel a tu peor enemiga fue pan comido para el señor gobernador. Los hombres como él siempre necesitan quién les haga el trabajo sucio.
–Y sobre todo que no lo hagan bajo mi techo – ladró el gobernador mirando a la recién llegada–. Ocúpate de esto pero fuera de aquí. Meli lo miró con deprecio.
–¿“Ocúpate“? ¿Es en serio, imbécil? ¿Le estás pidiendo que me mate y ni siquiera tienes los huevos para decirlo con todas sus letras? ¡Eres un maldito cobarde inútil!
–¡Mátala! – gritó el gobernador poseído por la rabia, y lo siguiente que Meli sintió fue el
cañón de aquella pistola contra sus costillas—. ¡Mátala de una vez, sácala de mi camino! ¡Solo no me ensucies la alfombra con su cochina sangre! Marilyn se acercó a ella y apretó la pistola contra su cuerpo mientras le quitaba el celular con el video de las manos y la hacía caminar fuera de allí.
–No sabes con quién te has metido; idiota. ¿De verdad creíste que podías negociar con ellos? – siseó la mujer entre dientes–. No eres nadie para enfrentarte a nosotros.
–¿“Nosotros“?–se burló Meli con sorna–. No hay un “nosotros“, querida. Hay un “ellos“, y tú solo eres un peón que usan para su beneficio y del que van a deshacerse muy pronto.
–Eso ya lo veremos...
Marilyn la llevó hasta su coche y la hizo meterse en la cajuela a punta de pistola. Cerró los ojos en medio de la oscuridad y sintió como el auto se ponía en movimiento mientras bullía de ira y frustración. Sabía que se había ganado enemigos poderosos pero nunca había imaginado que fueran tan despiadados y crueles.
Mientras conducían por los sinuosos caminos del bosque, Meli luchaba por mantener la calma a pesar de su creciente sensación de pánico. Nunca había estado tan cerca de la muerte, y sabía que Marilyn era más que capaz de apretar el gatillo en cualquier momento.
Pero aunque tenía miedo, Meli se niegaba a rendirse. Apretó los dientes y decidió terminar con aquello costara lo que costara. Finalmente, después de lo que le pareció una eternidad, el coche se detuvo y oyó pasos que se acercaban desde el exterior.
Marilyn abrió la puerta del maletero y sacó a Meli a la tenue luz de un pequeño claro del bosque. Con una fría sonrisa en el rostro volvió a encañonarla y le indicó a Meli que siguiera la carretera. Mientras caminaban con los densos árboles a cada lado, Marilyn comenzó a reírse suavemente, disfrutando claramente de cada momento de ese oscuro juego que estaba a punto de comenzar.
– Esto es un poco cliché, ¿no te parece?–gruñó Meli – – ¿También me vas a dar una pala para que cave mi propia tumba? Marilyn estaba a punto de replicarle cuando un auto pasó y se detuvo junto a ellas, y Meli no pudo disimular la sorpresa cuando se dio cuenta de que él salían sus tíos, Aquiles y Heather.
–Stephanie nos dijo que estarían aquí — ladró su tío con molestia. – Nos mando para que no fueras a meter la pata —gruñó Heather. –Vaya, vaya, tía querida –siseó Meli mirando a Heather–. Yo siempre te creí demasiado arrogante, pretenciosa y bastante inútil... no imaginaba que también acompañabas a tu marido en sus crímenes.
La bofetada resonó en medio de la noche y Meli sintió que le ardía la piel, pero no era la primera que recibía de parte de Heather.
Comments
The readers' comments on the novel: La Novia Equivocada Novela de Day Torres