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¿Tuvimos un hijo novel Chapter 327

Capítulo 327

Elías no sabia que podría pasar si le decía a Anastasia que él le cambió la ropa. Ella se cubrió el pecho con sus brazos y lo cuestionó con una mirada de sospecha.

-¿Por qué estás en mi habitación? ¿En dónde está Fernanda?

-La directora Espinosa fue a casa a descansar. Yo estoy a cargo de cuidarte -respondió Elías en voz baja.

De pronto, la mirada penetrante de Anastasia se desvió hacia la bata que Elias tenía puesta y sintió como si su corazón se detuviera por un momento.

-Tú… -tartamudeó Anastasia-.¿Por qué tienes una bata puesta?

«¿Fernanda si estuvo aquí anoche? ¿Elias me puso esta bata?

– Me vomitaste encima -le recordó Elías de forma casual.

Al escuchar eso, las mejillas de Anastasia comenzaron a arder. Tenía un vago recuerdo de haber vomitado, pero no recordaba sobre qué o quién lo había hecho. Por ello, no tenía opción más que creerle a Elías por ahora. Luego, le habló en un tono frío mientras miraba para otro lado:

-No necesito que cuides de mí. ¡Ya te puedes ir!

-Antes de irme -mencionó Elias con calma-. Quiero explicar el rumor que ha estado circulando en los últimos días sobre Alma y yo.

Elías no quería que el malentendido continuara circulando.

-No tienes que hacerlo. No es necesario.

Anastasia no quería darle su tiempo para que él le diera excusas, así que se quitó la manta de encima y salió de la cama. A pesar de haberlo rechazado, Elías continuó hablando:

-¿Me creerías si te digo que los rumores son falsos?

Anastasia apretó su agarre en la parte de en frente de la bata al escuchar eso y sonrió. Elías le había dado flores y un par de brazaletes de pareja a Alma. Además, había salido de un restaurante con ella. ¿Cómo era posible que todo lo que ella vio con sus propios ojos fuera falso?

-Gracias por cuidarme toda la noche, pero no me interesan los rumores sobre ti. Ya me voy casa.

Luego de decir eso, Anastasia comenzó a buscar su bolso. Sin embargo, el hombre no podía dejarla ir. Elias se levantó y la tomó por la muñeca, provocando que Anastasia, quien ya estaba aturdida, cayera sobre sus brazos de inmediato. El rostro de Anastasia se puso rojo de ira mientras observaba el hombre insistente.

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