19
-Sigue corriendo. No te detengas. Vas muy lento. Un cachorro de 10 anos escuchaba a su espalda, órdenes, y más órdenes, que lo incitaban a continuar moviéndose, aun cuando su cuerpo ya no soportaba más, las heridas en su piel eran profundas, haciendo que la sangre corriera y manchara el suelo, dejando un rastro detrás de él. Porque si, no importaba su estado, si se sentía mal, si estaba herido, si no había descansado, si era un simple cachorro. Estaba obligado a entrenar hasta que el sol se desvaneciera y más allá.
Así había sido enseñado y entrenado desde que tenía memoria. Sin el amor de una familia, sin saber que era ser abrazado, o cuidado después de las largas jornadas de entrenamiento donde ni siquiera le daban la suficiente comida para saciar su hambre. Por lo que, Dixon solo había desarrollado sus instintos, no sus sentimientos.
Así que cuando percibió la sensación de amozaba contra él y algo rozando contra su cuello, se giró con fuerza, agarrando las dos manos que encontró en su camino y estrellando el cuerpo de su agresor contra la pared. Un gruñido de advertencía salió de su garganta mostrando sus colmillos. Un gemido femenino junto a un sollozo lo hizo disminuir levemente su fuerza y no ser lo realmente violento que era.
Bajó la mirada para encontrarla con la húmeda y azulada de Clara que se encogia de miedo, mientras las lágrimas corrían por sus mejillas.
-Lo siento, lo siento-dijo ella apretando sus labios en una fina línea comenzando a temblar No me hagas daño.
Dixon entrecerró los ojos preguntándose si aquello que había sentido a su espalda había sido su imaginación, o paranoilla de él de tanto tiempo estando alerta. Aunque, solo estaba con el su mate, y ella no podría hacerle daño. Su mente intentaba procesar una respuesta que no llegó. -No te voy a hacer daño-le dijo él escondiendo los colmillos y relajando un poco la expresión en su rostro, dejando una máscara fría.
Lentamente fue soltando las muñecas de la loba y los brazos de ella cayeron al lado de su pequeño cuerpo, como si estos pesaran una tonelada. Clara se movió intentando alejarse de él hacia la esquina donde estaba antes haciendo que el sonido de la cadena inundara el lugar. Dixon la había mandado a encerrar con la intención de que ella no escapara. No se imaginó que el beta hubiera sido tan literal, mas no quitaria el grillete, al menos no hasta que estuviera seguro que ella no saldría corriendo de allí.
Dixon relajó un poco su cuerpo y se sentó más cómodo sobre la cama. Podría comenzar a intentar relacionarse con ella, aunque no se imaginó que su encuentro comenzara así. Ella estaba hecha una pequeña bola de temblares y lágrimas en una esquina. Y no podía decir que no le molestaba el sonido. Acostumbrado a no permitirse llorar, el solo acto lo indignada. Solo que por ella tuvo paciencia. – ¿Puedes verme? – le preguntó él queriendo comprobar lo que había dicho el beta anteriormente.
Clara tragó un gemido y abrazándose un poco más sus piernas al pecho negó lentamente después de unos largos segundos. Sus ojos estaban dispuestos al vacío.
¿Es así desde que eras cachorra?- él siguió queriendo saber más, al inenos ella le estaba
respondiendo
Clara no respondió al momento, asintiendo después. Dixon se apretó la barbilla, nunca había oido de un caso como ese, los lobos no solian nacer con ese tipo de defecto. Penso en todas las preguntas que quería hacerle a ella, pero terminó en lo que realmente le interesaba. Ya tendria tiempo más adelante de saber su pasado.
-Sabes que somos mate- comenzó a decir notando que ella se ponía tensa- No te voy a rechazar.
-Antes… lo iba a hacer la voz de ella temblaba y sonaba muy baja.
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