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Clara se quedó temblando en el suelo. Su cuerpo entero cubierto por una fina capa de sudor y comenzando a jadear. No pudo evitar apretar sus muslos sintiendo que su interior estaba empapado y palpitaba de una forma extraña. No podía creer que estuviera excitada solo por el olor de aquel macho que se acercaba a ella. Incluso, ella misma comenzaba a exudar feromonas respondiendo a él. Y su voz aún resonaba en su cabeza. «Mía» y ella sabía que para eso había una sola respuesta. Una que no se esperaba dar tan rápidamente. Solo que sentía que no estaba completa. Como si aun si lo dijera, si respondiera a él, faltara algo. Lo vio aparecer entre los árboles y su cuerpo lobuno quedó iluminado bajo la luz de la luna que pronto se vio opacando tras una nueva nube gris. Eso no evitó que su pelaje completamente dorado brillara entre las ramas de los árboles, haciendo juego con su par de orbes dorados. Para Clara apenas era perceptible la diferencia, pero esos ojos eran tan penetrantes que podía definirlos sin dificultad. Por un momento le vino a la mente el lobo que la había atrapado antes, quizás era el mismo, pero entre su miedo y su mala vista, y este cubierto de sangre, quizás no lo había visto bien. No sabía, su mente no respondía como ella quería. El calor dentro de ella comenzaba a ser doloroso. Y supo que estaba entrando en celo respondiendo a él… su mate. -Tú…- su voz la traicionó saliendo temblorosa y es que así estaba completamente. Y el lobo pareció estar satisfecho, pues sus feromonas, a pesar de ser dominantes, eran deliciosas. Fuertes, protectoras y llamaban al sexo y a encenderla. El animal caminó hacia ella y lentamente se fue transformando. Sus piernas torneadas, brazos fuertes, torso amplio y duro, y un rostro masculino y cincelado, con una cabellera rubia que cayó sobre sus hombros en deliciosas ondas, comenzó a aparecer, hasta detenerse completamente desnudo, convertido delante de la loba. Desde su posición la miró entrecerrando sus ojos y una leve sonrisa en su rostro. El dorado de sus ojos ahora era más fuerte que antes. Y su cuerpo mostraba la evidencia de su excitación. Su miembro palpitaba duro entre sus muslos dado que había encontrado a su compañera y esta había entrado en celo por él. Clara lo sintió cerca de ella y alzó la cabeza intentando identificar, aunque sus rasgos eran bastante difusos, pero sí pudo percatarse de una cosa. Él era mucho más grande que ella, con muchos más kilos de músculos. Nunca se imaginó que su mate sería un lobo con tanta diferencia de tamaño en comparación con el suyo. Y eso la asustó un poco. Aunque no tuvo tiempo de pensar en ello. Su mirada se desplazó pobremente y por instinto por el cuerpo del macho, intentando tener más detalles de él e imaginárselo. Y fue consciente de la excitación de este y tragó en seco. El lobo sonrió aun más mostrando sus largos colmillos, dado que la loba lo miraba a esa zona de su anatomía que estaba bastante emocionada por probarla. Sobre todo porque ella olía a virgen. No había sido tocada por nadie. Y claro que no, ella era de él. Si otro lobo le hubiera puesto el dedo encima, lo hubiera asesinado con sus propias garras. Dio un paso más hacia ella y estiró su brazo, agarrando la muñeca de ella, ganándose un gemido por parte de la loba, y hasta de sí mismo. El contacto entre los dos hizo que ambos se estremecieran notablemente, con una corriente recorrerlos y haciendo que el ambiente se pusiera aún más caliente entre ellos. Clara se mordió el labio inferior y no opuso resistencia al lobo cuando la jaló contra él al este enderezarse. Sus pies quedaron sobre los de él mientras su brazo envolvió su estrecha cintura, con la erección de él presionando contra su estómago. -Ah- soltó un gemido y sentir bajar por sus muslos el líquido hirviendo proveniente de su interior. Sabía que estaba dilatada a pesar de ser virgen. Su cuerpo estaba pidiendo ser penetrada por ese lobo, por su compañero destinado, por su mate. Y aunque temblaba ligeramente, y estaba miedosa por lo que pudiera pasar en un futuro, en ese momento solo podía sonreír ligeramente por la felicidad de haberlo encontrado. Pronto su espalda presionada contra un tronco de árbol, quedando atrapada entre este y el cuerpo grande del lobo. El duro muslo de este se había posicionado en el medio de los suyos abriéndolos y rápidamente se humedeció con los fluidos de ella. -Estás empapada, cariño- el lobo habló con una voz grave por la excitación. Y no esperó mucho para agarrar la parte delantera de la ropa de ella y desgarrar el vestido, dejando el torso de ella completamente descubierto. Y con esto los pechos y los botones rojos e hinchados, instándolos a chuparlos. El lobo jadeó y se relamió los labios agradeciendo a la Diosa Luna por una compañera pequeña pero deliciosa. -Creo que te voy a romper- su rostro se había acercado tanto al de ella que su aliento rozó los labios de ella. Se dio cuenta de que no le había preguntado el nombre a su cachorra, mas no le importaba ahora, solo quería devorarla. Su espalda estaba tensa por la tensión de contenerse. Clara, al escucharlo, actuó extraño. Sus manos se pusieron sobre el pecho del lobo y empujó intentando alejarse de él, dado que con el tamaño de él era fácil que efectivamente la rompiera aun si estaba en celo. La diferencia de tamaño era notable y ella no tenía ninguna experiencia sexual, pero, por otra parte, su abdomen e interior palpitaba por ser llenada por él y aliviar el volcán ardiente en su interior. Su celo no se aplacaría hasta ser tomada y marcada por su mate. Soltó un gemido lastimero, indecisa de que hacer. Tenía miedo. Las lágrimas que en algún momento se habían desvanecido volvieron a aparecer y recorrieron su mejilla. El lobo al verla gruñó sin que la sonrisa desapareciera de sus labios y lamió su mejilla, probando el sabor salado de una de ellas. -Delicioso. Estás tan caliente, hueles tan bien- él bajó su rostro, arrastrando su nariz por la piel de ella hasta llegar a la curva de su cuello y enterrándola ahí. Aspirando el olor de ella con gusto. Clara se estremeció ante la acción y sus manos dejaron de empujarlo. -Tócame, siénteme- él gruñía contra el cuello de ella donde comenzaba a dejar un trillo de besos y raspaba la sensible piel con sus largos colmillos- Eres mía- volvió a repetir, como si necesitara decirlo para ser consciente de ese hecho. Clara dejó salir el aire de sus pulmones y cerró sus ojos, sumiéndose en el mar de emociones dentro de ella y lo bien que se sentía, además. Sus dedos quemaban sobre la piel del lobo y por instinto los fue desplazando lentamente por el torso de él, sintiéndolo sumamente duro y firme, digno de un macho completamente desarrollado. El abdomen completamente definido la hizo salivar. Nunca había tenido la oportunidad de tocar a un macho, a pesar de que por naturaleza tenían cuerpos definidos, sobre todo los dedicados a protección y caza de la manada. Así, que tener la posibilidad de hacerlo ahora la excitaba de una manera desconocida y que ansiaba que siguiera él recorriendo cuando se detuvo a la altura de su ingle. El lobo gruñó insatisfecho y su olor se hizo un poco agrio alrededor de ella. Clara ahogó un grito cuando este la mordió en el hombro. -¿Por qué te detienes?- él sonó dominante y exigente. La loba tragó en seco y se quiso hacer más pequeña, comenzando a temblar notoriamente por el miedo. Y ante su reacción, el lobo se dio cuenta de que había realmente brusco. Chasqueó la lengua al ver el rostro desfigurado de ella y que su olor se había esfumado por completo, haciendo que su nariz picara ante el nuevo y denso alrededor de ella. E hizo lo mejor que podía hacer en ese momento y le vino a la cabeza. Agarró la barbilla de ella y la besó. El primer beso de Clara.
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The readers' comments on the novel: Destinada a los gemelos alfas