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Clara no protestó cuando él se la llevó cargada sobre su hombro como si fuera un simple costal de papas, y no su mate, la loba que la Diosa Luna le había enviado, pero no tenía energía para molestarse más con aquellos dos lobos idiotas sin una neurona en la cabeza. Vio como Ethan se quedaba parado dejándolos ir y no parecía para nada complacido, de seguro quería llegar a más, sin embargo, él se había pasado con su lengua y ahora en consecuencia su sexo estaba completamente hinchado e irritado. Por no mencionar sensible y sobre todo dolorido. Había intentado penetrarla y Dios, eso había dolido. No quería imaginarse cuando tuviera que enfrentarse a sus miembros, y no solo uno, sino dos. El nudo… definitivamente la rompería.
Dixon la llevó por toda la manada donde recibió todo tipo de miradas. Clara solo se mantuvo quieta y acomodó su rostro sobre su brazo doblado para que no le doliera más la espalda de lo que estaba ya. El cuerpo del lobo era sumamente duro y le estaba haciendo daño en su estómago.
-Me duele- al final se quejó con una mueca en su rostro.
Ante sus palabras el alfa se detuvo.
-¿Dónde? ¿Aquí?- desplazó una mano por su muslo hasta llevarla a su sexo y tocarlo por encima.
A mi sabor ¿te gustó?
Y el rostro del lobo se suavizó ligeramente mostrando por primera vez la muestra de una sonrisa oscura y llena de excitación. Clara supo dos cosas, primero que no le había gustado, sino encantado, y segundo… su mate era realmente hermoso cuando sonreía.
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