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Clara respondió al momento a la estimulación de las feromonas del alfa con su celo, olvidando así el miedo a él. Sus piernas flaquearon y cayó al suelo con un sonido sordo haciendo que la toalla alrededor de su cuerpo se aflorara mostrándole a él sus piernas completamente desnudas, así como sus níveos muslos. No pudo notar como los ojos de él se oscurecieron, pero si como su olor se hizo más intenso.
Escuchó un gruñido proveniente por parte de él y ella solo respondió con un gemido lastimero tanto de deseo como de vergüenza. Bajó la cabeza en sumisión y esperó, mas el lobo no se movió en absoluto
Su corazón comenzó a palpitar duro en su pecho de la ansiedad. Acaso él quería que ella comenzara. Clara tragó en seco nerviosa y se levantó lentamente del suelo, y se acercó al lobo casi por inercia deseando querer tocarlo. Sus manos temblaban cuando las alzó en torso al pecho fuerte y muy marcado delante de ella.
Aun vacilante lo tocó sintiendo la textura de la piel caliente sobre su piel y una corriente eléctrica la recorrió, y al parecer a él también pues los músculos de su abdomen se tensaron. Él estaba respondiendo a ella. Clara sonrió levemente aun sin alzar la cabeza por lo que él no pudo verla al cabello cubrir su expresión.
La loba no fue apartada por él así que ella se permitió tocarlo un poco, sin saber hasta cuando tendría el privilegio. Ella era su mate, la mitad de su alma, solo de estar a su lado la hacía sentir completamente satisfecha y hasta cierto punto atrevida… o eso era su celo ordenándole entregarse a él. Se inclinó un poco más para estar más cómoda, donde sus dedos recorrieron tan lento su pecho que fue una tortura para ambos. Tocaba casi superficial temiendo que sus cortas uñas lo arañaran. No sabía nada de él, no tenía como saber cómo reaccionaría, pero al menos era consciente de algo. Él era peligroso, así que debía ir con cuidado.
Desplazó un poco más su mano esta vez por el abdomen marcado, sintiendo cada protuberancia de músculo bajo la sedosa piel, y él pareció reaccionar. Un gruñido se escuchó proveniente de su pecho, pero no de forma agresiva, sino más bien de excitación. Y Clara no pasó por alto el bulto que ya se encontraba en sus pantalones que hasta con su vista borrosa lo pudo definir. El lobo se había puesto duro por ella.
Tragó en seco, respirando profundo, oliendo las fuertes feromonas de él y humedeciéndose aún más de lo que estaba ya, donde el líquido corrió por sus muslos, cayendo al suelo en varias gotas. La segregación de lubricante natural era mayor durante el celo, celo estimulado por su pareja. Y el lobo lo olió abriendo aún más las aletas de su nariz aspirando el dulce olor de la loba.
Clara se detuvo al llegar al borde de su pantalón. Si él la había esperado así en la cama y la había hecho ir hacia él casi desnuda, de seguro el objetivo final era tener sexo, por lo que quitar el pantalón era parte de su tarea.
Aun indecisa y algo temblorosa, no supo si por la ansiedad, posó su mano sobre el bulto palpitante del alfa. Incluso a través de la tela podía sentir lo caliente que estaba. Y no era para nada pequeño. El alfa abrió un poco más sus piernas para que ella se acercara un poco más a él.
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