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El CEO se Entera de Mis Mentiras novel Chapter 145

Capítulo 145

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Alberto, de piernas largas y estatura imponente, se encontraba de pie junto a la ventana panorámica. Sus ojos, fríos como tinta derramada, reflejaban una mirada distante y peligrosa. -¿Esto se resuelve con una simple disculpa? Váyanse.

Valentina, desesperada hasta el punto de las lágrimas, suplicó: -Alberto, por favor, te lo pido en nombre de la tía Valentina. Cuando eras pequeño, tu tío Aureliano y yo te cuidamos. Somos la única familia que tienes, por favor, libera a Felipe. Te prometemos que lo educaremos

correctamente de ahora en adelante.

Alberto no mostró ninguna reacción. Con tono helado, le ordenó a su asistente: -Secretario Francisco, acompáñelos a la salida.

El secretario Francisco hizo un gesto de despedida con la mano, diciendo: -Presidente Aureliano, señora Valentina, por favor, acompáñenme.

El rostro de Aureliano se oscureció. —¿Alberto, de verdad vas a ser tan cruel? ¿Todo esto por una Raquel? Ya investigué, esa Raquel es solo una chica de pueblo, una estudiante mediocre. ¿ Vale la pena que hagas todo esto por ella? ¿Vas a arruinar la relación entre nuestras familias solo por ella?

Alberto no respondió. Simplemente dirigió una mirada a Francisco, quien entendió la orden de

inmediato.

-Presidente Aureliano, señora Valentina, ¿prefieren irse por su cuenta o les hago traer un vehículo? -preguntó Francisco.

Aureliano, furioso, gritó: -¡Tú! ¡Nos vamos por nuestra cuenta!

Con ese comentario, Aureliano y Valentina se marcharon de la villa.

Una vez fuera, Aureliano estalló de ira: —¡Este Alberto no tiene ni un gramo de piedad, actúa con demasiada dureza! ¡Me está sacando de quicio!

Valentina le agarró la manga de su camisa, preocupada: -Querido, nuestro hijo está en manos de Alberto. Si no lo libera, ¿qué vamos a hacer? ¡Es nuestro único hijo! Si le pasa algo, ¡la familia Mendoza se extinguirá! Tienes que hacer algo para salvarlo.

Aunque Aureliano estaba tan furioso como ella, sabía que no podía hacer nada contra Alberto. Después de todo, fue su hijo quien cometió el error, y si la situación escalaba, sería difícil de

manejar.

Alberto, implacable como siempre, incluso los había echado de su casa.

En un momento de desesperación, Aureliano tuvo una idea. —¡Ya ! Podemos buscar a

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alguien.

Los ojos de Valentina brillaron. -¿Quién? ¿Quién puede ayudarnos?

Aureliano mencionó un nombre: -¡Ana!

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Valentina, como si hubiera encontrado una tabla de salvación, exclamó: -¡Sí! Podemos ir a buscar a Ana. Ella es la favorita de Alberto. Si ella intercede, seguro que Alberto liberará a Felipe.

Media hora después, Aureliano y Valentina llegaron a la mansión de la familia Pérez. Llevaban consigo una gran cantidad de regalos de marcas de lujo para Ana.

-Señorita Ana, estos son unos bolsos nuevos y algunas pulseras, espero que le gusten.

Los miembros de la familia Mendoza fueron recibidos por Alejandro María y Ana en la sala de

estar.

Es importante recordar que la familia Mendoza era una familia de alto estatus, con relaciones cercanas a la familia Díaz, mientras que la familia Pérez no tenía acceso a esos círculos.

Al ver los lujosos obsequios, Ana no pudo evitar sonreír. No es que le interesaran demasiado los regalos; después de todo, ella estaba acostumbrada a recibir obsequios de Alberto, quien siempre era generoso. Esos productos exclusivos de las marcas de lujo llegaban a sus manos tan pronto como salían al mercado.

Pero lo que realmente la complacía era el hecho de que la familia Mendoza, tan importante, se hubiera rebajado a tratar de agradarle. Eso la llenaba de orgullo.

Además, el círculo de las familias adineradas era pequeño, y como su objetivo era casarse con Alberto, tener buenas relaciones con estas personas era clave para su futuro.

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