Capítulo 189
¿Qué?
1/2
Raquel puso una expresión de total desconcierto.
-No te lo digo más, en unos días regresas a la familia Pérez–Rosa colgó directamente el
teléfono.
Raquel comprendió al instante: ¡esta Rosa debía haber caído en las garras de un estafador!
Raquel entró al baño y se dio una ducha caliente. Al salir, su teléfono sonó nuevamente. Esta vez, era Nahia quien llamaba.
La voz de Nahia, entre sollozos, llegó a sus oídos. -¿Raquelita? No puedo más, tengo un problema, ¿puedes venir a salvarme?
Raquel sujetó el teléfono con fuerza. -¿Nahia, qué te pasa?
-Vine a trabajar como camarera en el Hotel La Luna Dorada, pero hace un rato, el presidente Heriberto se fijó en mí y me pidió que fuera a acostarme con él esta noche. Me asusté tanto que me metí al baño, pero sus guardaespaldas están afuera vigilándome… Raquelita, tengo miedo, no quiero acostarme con él, no sé a quién llamar, no tengo a nadie más, nadie que me ayude, i snif, snif…
-Nahia, cálmate, quédate en el baño, no salgas de allí. Ahora voy a buscarte.
-Raquelita, gracias.
Raquel colgó el teléfono y se dirigió de inmediato al Hotel La Luna Dorada.
Hotel La Luna Dorada.
Raquel llegó al baño de mujeres y, efectivamente, ahí estaban los dos guardaespaldas vestidos de negro.
Raquel camino con calma hacia el baño. Dentro, encontró a Nahia, llorando desconsolada.
El rostro de Nahia estaba pálido, su cuerpo temblaba de miedo. -Raquelita, llegaste…
Raquel tomó la mano de Nahia. —Nahia, no tengas miedo, te voy a sacar de aquí.
-Pero afuera están los guardaespaldas del presidente Heriberto, ¿cómo salimos?
Nos disfrazamos.
Raquel había traído un bolso consigo. Sacó un vestido, un sombrero y unas gafas de sol y se los
Capitulo 189
entregó a Nahia. -Cámbiate.
Nahia se cambió rápidamente y, en cuestión de minutos, pasó de ser una camarera tierna y bonita a convertirse en una mujer más atrevida y provocativa.
Era irreconocible.
-Nahia, vamos a salir ahora.
Raquel, sujetando la mano de Nahia, la guió hacia la salida.
Los dos guardaespaldas vestidos de negro miraron a Nahia, quien temblaba de nervios, temerosa de ser reconocida.
En ese momento, Raquel apretó su mano temblorosa y la miró con firmeza.
Nahia respiró profundamente y siguió a Raquel hacia la salida.
Los guardaespaldas no notaron nada extraño.
El peligro había pasado y Nahia soltó un suspiro de alivio.
—Nahia, salgamos de aquí rápidamente.
Comments
The readers' comments on the novel: El CEO se Entera de Mis Mentiras