Capítulo 197
Por la noche, Raquel regresó a la vieja casa de la familia Pérez.
Toda la mansión de la familia Pérez estaba decorada con luces, como si estuvieran celebrando un evento importante. Las sirvientas estaban ocupadas, preparando el vino y los manjares para la cena de esa noche.
Raquel entró y escuchó a dos sirvientas conversando: -Esta noche, la señorita Rosa trae a su novio a casa. ¿Sabes quién es? ¡El Invencible!
-¡El Invencible, ah! ¡Estoy tan emocionada! ¡Hoy tuve la suerte de ver al verdadero El Invencible!
-Nuestra señorita Rosa es increíble, no hay duda de que sabe lo que hace. ¡Ya ha conquistado a El Invencible!
Las sirvientas estaban muy emocionadas, llenas de admiración por Rosa.
En ese momento, doña Sara, Ricardo y Patricia bajaron las escaleras. Los tres iban vestidos de manera muy formal, con una expresión de alegría en sus rostros.
Doña Sara vio a Raquel y, de inmediato, le dijo en tono frío: -Raquel, esta noche Rosita trae a El Invencible a cenar. Más vale que no hables ni hagas nada que pueda incomodarlo. ¡Si no, no te lo perdonaré!
Ricardo y Patricia miraron a Raquel de manera despreocupada. -Mamá, Rosita y El Invencible ya llegaron. Vamos a salir a recibirlos.
En ese momento, un auto de lujo se detuvo en el césped frente a la mansión de la familia Pérez.
Rosa llegó del brazo de El Invencible.
Esa noche, Rosa llevaba un vestido largo, resplandecía como una joya, y se veía deslumbrante. Con orgullo, anunció: -Abuela, papá, mamá, quiero presentarles a este hombre. Él es El Invencible, mi novio.
Doña Sara, Ricardo y Patricia miraron a El Invencible con admiración. -El Invencible, jes un honor conocerlo!
Raquel observó a El Invencible. Era un joven alto y guapo, vestido con una camisa y pantalones de alta gama y un reloj de lujo. Un caballero refinado.
Nadie podría imaginar que él fuera un estafador.
Rosa estaba completamente convencida de él.
Capítulo 197
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El Invencible sonrió y dijo: -Doña Sara, señor y señora, es un placer conocerlos. Traje un pequeño obsequio para ustedes.
El chófer sacó una gran cantidad de lujosos regalos del auto.
Doña Sara no pudo evitar sonreír de oreja a oreja. -¡Qué cortés, El Invencible! ¡Pasa, por favor!
Doña Sara invitó a El Invencible y a Rosa a entrar, y como había mucha gente, Raquel quedó relegada a una esquina, donde nadie la prestó atención.
Nadie parecía notar su presencia.
-El Invencible, Rosita, la cena ya está lista. Cuando todos lleguen, podremos empezar a comer -dijo doña Sara con una sonrisa.
Rosa preguntó: -Abuela, ¿a quién más estamos esperando?
-Esperamos a tu tío y su familia. Esta noche, Anita viene con el presidente Alberto a cenar. Doña Sara miró a El Invencible. -Probablemente no lo sabías, pero el presidente Alberto, el hombre más rico de Solarena, también es mi yerno.
El Invencible sonrió. He oído mucho sobre el presidente Alberto.
Raquel, desde su rincón, escuchó la conversación. Solo sabía que Rosa había traído a El Invencible a cenar, pero no sabía que Ana también traería al presidente Alberto.
Tenía sentido. Las dos familias siempre habían estado en competencia, y ahora que Rosa había traído a El Invencible, Ana no dejaría pasar la oportunidad de mostrar a Alberto. No querían perder ante el otro.
En ese momento, otro auto de lujo se detuvo en el césped frente a la mansión de la familia Pérez. La familia de Ana había llegado.
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