Capítulo 235
¿Qué está diciendo?
Raquel sintió que él ya no estaba fingiendo; el Alberto malvado y lascivo había regresado.
Antes, ella había querido rasgar su disfraz.
Pero al hacerlo realmente, se dio cuenta de que, en el fondo, no lo deseaba tanto.
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El Rolls–Royce Phantom avanzaba suavemente por la carretera. Raquel miró al hombre a su lado. -¿Fuiste tú quien impidió que viera a Laura?
Alberto, con las manos grandes y los dedos bien definidos sobre el volante, respondió indiferente con un “sí“.
Lo había admitido.
–Entonces, ¿también fue por ti que Ramón se fue?
Alberto encendió la señal de giro, su muñeca firme, adornada con un reloj de lujo, giró el volante con fluidez. Su voz, baja y profunda, dijo: —En este momento, Ramón debe haber llegado. ¿Qué crees que estará haciendo?
Raquel no dijo nada, esperando que él continuara.
Alberto le pasó una foto.
Raquel la tomó y vio a Ramón en ella.
-Esto es lo que la familia Rodríguez eligió para Ramón, la señorita Alma de la familia Hernández. Apenas bajó del avión, lo llevaron directo a una cita a ciegas. La unión entre estas dos grandes familias es inevitable.
La foto fue tomada en una lujosa sala privada de un hotel de seis estrellas. Ambas familias estaban presentes, y Ramón y Alma estaban sentados cara a cara.
Alma era muy hermosa, vestida con un vestido largo de color blanco perlado, completamente el tipo de mujer aristocrática nacida en una familia noble. Ella y Ramón, juntos, materializaban la idea de un “matrimonio entre grandes familias“.
-Puedes pensar que fui yo quien hizo que Ramón se fuera, o puedes pensar que fue la familia Rodríguez quien lo llamó de vuelta. En todo caso, no entrarás a la puerta de la familia Rodríguez, y no habrá un futuro entre tú y Ramón.
Raquel observó la foto. Podía sentir que Ramón y Alma hacían una pareja perfecta, y, en el
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Ramón era uno de los pocos amigos que tenía, y deseaba que encontrara a la persona correcta para él.
Raquel guardó la foto. -Sé que no soy digna de Ramón, soy consciente de ello, presidente
Alberto.
Alberto emitió un sonido indiferente, sin mostrar emoción en su rostro. -¿A dónde quieres ir? ¿Al hotel?
Raquel sintió un nudo en el pecho. ¿Ya estaba comenzando a abordar el tema directamente?
-No quiero ir al hotel.
–Entonces vamos a Villa Cielo Claro.
Esta noche, él la llevaría de regreso a Villa Cielo Claro.
Esa noche, la primera vez de ambos había sucedido en Villa Cielo Claro. Después de una noche llena de pasión, él le había dado una humillación profunda.
Raquel aún no entendía por qué, si ya se había cansado de ella, quería acostarse con ella una
vez más.
-Presidente Alberto, ¿hay condones en Villa Cielo Claro?
Alberto la miró un momento.
Raquel enderezó su espalda, elegante y firme. -Soy alérgica a las pastillas anticonceptivas, así que necesitas usar un condón. Presidente Alberto, no creo que quieras tener un hijo conmigo, ¿
verdad?
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