Capítulo 247
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Nahia queria mostrar su felicidad a Raquel.
Raquel la miró fijamente, sin decir nada.
Nahia extendió la mano y tocó su abdomen, -Raquelita, no me digas que estás celosa de mí, ¿ eh? Hay personas que, después de estar juntas, solo pueden tomar la píldora anticonceptiva y se desmayan por alergias, mientras que yo estoy embarazada y además recibo un amor inmenso. Qué diferente es la vida de cada quien.
-¡Tú! -Camila y Laura querían intervenir.
Pero Raquel las detuvo, y con voz suave dijo: -Vamos.
Dicho esto, Raquel giró y se fue.
Camila y Laura la siguieron. -Raquelita, ¿por qué no nos dejaste decirle algo a esa mujer?
Raquel esbozó una sonrisa autocrítica. —¿Para qué gritarle? Lo que dijo es cierto.
Ella toma la píldora anticonceptiva, se desmaya por alergias.
Y Nahia está embarazada, convertida en una gran estrella.
Sus gustos y disgustos, tan evidentes.
Nahia sabe cómo herirla, como una espina clavada en el corazón de Raquel, que solo al rozarla causa un dolor sordo.
Las tres esperaban el ascensor cuando un grupo de personas se acercó, al frente, la figura elegante y distinguida de Alberto.
Alberto había llegado acompañado por su secretario Francisco y otros. El gerente del Hotel La Luna Dorada los recibió personalmente: -Presidente Alberto, vamos por el ascensor VIP.
El gerente abrió las puertas del ascensor VIP.
Alberto había llegado, sin duda, para el cumpleaños de Nahia.
Claro, si Nahia llevaba su hijo, él no podría faltar.
En ese momento, el presidente Alberto levantó la mirada y sus ojos se posaron sobre el rostro de Raquel.
Entra.
Les indicó a todas que subieran al ascensor VIP.
El gerente del hotel dijo de inmediato: -Tres señoras distinguidas, por favor.
Raquel no quería subir. No entendia por qué Alberto se había disculpado con ella la noche anterior. En cualquier caso, no lo perdonaría, y no quería compartir el ascensor con él. De hecho, ni siquiera había pensado que lo encontraría allí.
Pero Camila y Laura, una a cada lado, la empujaron hacia el ascensor VIP.
¿Quién le tiene miedo a quién?
Raquel, molesta, guardó silencio.
Raquel echó un vistazo a Alberto. Hoy llevaba un traje negro a medida, rodeado por varias personas, y su presencia era fría y distante.
Al principio, él la miró un instante, pero luego desvió la vista y no la volvió a mirar.
Raquel se apartó hacia una esquina, queriendo mantenerse lo más lejos posible de él
Ambos fingian ser unos completos desconocidos.
De repente, el gerente del hotel habló: -Oh, presidente Alberto, ¿qué le pasó a su nuez de Adán? ¿Fue mordida?
El gerente había notado un pequeño mordisco en la nuez de Adán de Alberto.
Todos los ojos se dirigieron hacia el cuello de Alberto.
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