Capítulo 262
La sonrisa de Camila apareció en la pantalla, Raquelita, ¿cómo estuvo anoche? ¿Tú y el presidente Alberto…?
Camila hizo una expresión cómplice y una mirada insinuante.
Raquel sonrió suavemente, -Camila, ¿por qué no has regresado?
-No quiero interrumpir entre tú y el presidente Alberto. No quiero verlos haciendo alarde de
su amor.
Dijo Camila con una risa traviesa, -Raquelita, esta vez el presidente Alberto ha sido muy efectivo manejando el asunto de Nahia, siento que definitivamente le gustas. Ya consumaron el matrimonio, se convirtieron en una pareja de verdad. Espero que vivan felices, en armonía y unidos.
Raquel no sabía qué decir. Lentamente, abrió un dulce de leche y lo metió en su boca. Mientras la dulzura se expandía en su boca, sonrió y dijo, -Yo lo sé, Camila, regresa pronto.
-Regreso esta noche.
-Está bien.
Raquel colgó la videollamada. Se sentó en la cama y sacó un medallón que estaba debajo de su
almohada.
Con sus dedos delicados, acarició las flores grabadas en el medallón.
Justo en ese momento, el sonido de un celular comenzó a sonar con una melodía suave. Era
una llamada.
Raquel sacó el celular y vio que era una llamada de Alberto.
Alberto había llamado.
Raquel dejó caer su mirada y contestó la llamada.
La voz grave y profunda de Alberto llegó a sus oídos, -¿Tienes tiempo ahora?
Raquel respondió suavemente, —Sí.
-Estoy esperándote afuera.
Él ya había llegado en su auto, estacionado justo fuera de la uni.
Él la esperaba.
-Está bien.
Cashub 257
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Colgó la llamada y abrió su armario, Sacó algo y lo metió en su bolso, luego salió de la
habitación.
El Rolls–Royce Phantom seguía estacionado en el mismo lugar. Raquel abrió la puerta del copiloto y se metió en el auto.–¿Cómo está Ana?
La mano de Alberto, con los dedos marcados, descansaba en el volante. Su cara estaba seria
pero guapa.—Ella no está emocionalmente estable. Además, su corazón no está bien, así que la
situación no es buena.
Raquel no dijo nada.
Alberto giró hacia ella, sus ojos se posaron en su perfil, admirando su belleza. —Raquel,
divorciémonos.
Raquel, divorciémonos.
Raquel no se sorprendió. Sonrió levemente. Sabía que, cuando Ana lloraba, ella siempre perdía.
Entre ella y Ana, él no dudó ni un segundo en elegir a Ana.
Cuando estuvieron en el hospital, ya había adivinado cuál sería su elección.
Y todo había estado dentro de lo esperado.
De hecho, ya llevaban tiempo esperando para divorciarse, solo que lo habían estado posponiendo. Hoy era el día para terminar con este matrimonio.
Raquel asintió y, en voz baja, dijo una sola palabra: —Ok.
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