Capítulo 283
Camila estaba atónita; no entendía lo que Alarico estaba diciendo.
Él se había acercado a ella por la presión de su familia, la había halagado diciendo que era
bonita y se había comprometido con ella, pero en realidad, en sus ojos, ella solo era una mujer
fea.
Esa era la verdad que él había guardado.
Camila se puso pálida.
-Camila, no quiero ver a Elena herida. ¡La que debería morir eres tú, la mujer fea!
Alarico dijo estas palabras con dureza y, sin más, dio media vuelta y se alejó.
Camila retrocedió varios pasos, con lágrimas formándose en sus ojos, y rápidamente se tapó la
boca antes de correr fuera del dormitorio femenino.
Afuera seguía lloviendo, como si el clima reflejara el estado de ánimo de Camila. Corrió hasta
salir de la universidad y subió a un taxi.
–Camila, eres realmente muy fea, jeres un moscorrofio!
–Camila, la que debería pasarle algo malo es a ti, adefesio bizarro!
Semejantes palabras crueles de Alarico resonaban sin cesar en sus oídos, mientras las lágrimas caían de sus ojos. Camila comenzó a sollozar desconsoladamente.
–Señorita, ¿a dónde va?
-Voy al Boulevard del Mar… a visitar la casa de la familia Guerrero…
Camila sollozó, ahora solo quería regresar a casa.
Lloraba tan desconsolada que ni siquiera se percató de que el conductor del taxi llevaba puesta una gorra de béisbol. Él levantó la vista y, en silencio, le mostró a Camila una sonrisa maliciosa y lasciva.
Raquel regresó a la uni y, con el celular en mano, intentó llamar a Camila, pero ella no le respondió.
¿Por qué Camila no contestaba el celular?
Raquel comenzó a sentirse extraña. En ese momento pasó frente al salón de danza y, mirando
a través de los grandes ventanales, vio a Alarico. Detuvo sus pasos.
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Dentro del salón de danza, Alarico estaba con Elena, quien parecía asustada y lloraba desconsolada. -Alarico, ¿Camila no va a mandar a nadie a golpearme otra vez? Tengo mucho
miedo…
-No temas, Elena, estoy aquí. Te protegeré.
Elena se lanzó al abrazo de Alarico. -Alarico, gracias.
Alarico se quedó momentáneamente en shock, pero luego esbozó una sonrisa y abrazó
suavemente a Elena.
Raquel, al ver a los dos abrazados, quedó paralizada. Rápidamente sacó su celular y volvió a intentar llamar a Camila.
Pero Camila no contestó.
Raquel sintió una creciente inquietud y corrió hacia el dormitorio femenino. -¡Camila! ¡
Camila!
El dormitorio estaba vacío. Camila no estaba allí.
¿Dónde habrá ido Camila?
Raquel se sintió cada vez más nerviosa. Salió corriendo y, al hacerlo, notó que la lluvia se
intensificaba.
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