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El CEO se Entera de Mis Mentiras novel Chapter 305

Capítulo 305

Después del divorcio, ella se mostraba feroz ante él, como un pequeño gatito que, con sus diminutas garras extendidas, le arañaba el corazón.

No dolía, pero le provocaba una intensa comezón.

Raquel chocó contra su pecho y, de inmediato, quedó envuelta en su limpia y fresca fragancia masculina. Forcejeó con más fuerza. -¡Suéltame!

Alberto extendió la mano y, con un solo movimiento, la empujó sobre la cama.

La delicada y esbelta espalda de Raquel se hundió en la suavidad del colchón. Apenas intentó incorporarse cuando él volvió a inclinarse sobre ella. Alberto apoyó una rodilla en la cama, con ambas manos a los lados de su cuerpo, y la observó con una sonrisa entre divertida y desafiante. —Dime, Raquel, ¿qué tan formidable eres?

Parecía burlarse de ella. El enojo tiñó sus mejillas de un leve rubor y, con la mirada encendida, replicó: -No se trata de decirlo. Muy pronto te demostraré lo increíble que soy.

Alberto sintió un cosquilleo aún más intenso en su interior. Sujetó su pequeña barbilla entre los dedos y murmuró: -Raquel, ¿quién eres realmente?

Cada vez dudaba más de ella. Sentía que escondía demasiados secretos, y él no lograba descifrarlos.

El agarre le dolió. Raquel intentó apartar su mano y, con fastidio, respondió: -¡Soy alguien a quien jamás podrás tener! 1

Los ojos de Alberto se oscurecieron, y sus cejas bien definidas se arquearon con interés. —¿ Acaso no te he tenido ya?

Raquel lo fulminó con la mirada. -Eso no volverá a suceder.

El ambiente se volvió denso de repente. La conversación había adquirido un tono peligroso y ambiguo.

Alberto recordó que, en esa misma cama, él y ella habían estado juntos. La última noche antes del divorcio. En los pasillos del dormitorio universitario, se escuchaban pasos incesantes, y ella, sentada sobre él, mordía su labio inferior con nerviosismo, las mejillas encendidas

mientras lo miraba.

Estaba demasiado tensa, demasiado sensible como para relajarse.

Las imágenes de aquella noche irrumpieron en su mente y, ahora, viéndola acostada bajo su cuerpo otra vez, Alberto sintió su garganta secarse. Soltándola de inmediato.

Capitulo 305

Se puso de pie.

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La cama ya tenía sábanas nuevas. Se habían deshecho de aquellas con corazones rosados de aquella noche, reemplazándolas por unas con pequeños estampados florales.

Raquel se incorporó y dijo con una sonrisa sarcástica: -Presidente Alberto, será mejor que se marche. No importa qué pregunte, no le diré nada.

Él le lanzó una última mirada antes de darse la vuelta y salir del dormitorio femenino.

Se había ido.

Ding.

En ese momento, WhatsApp sonó.

Eduardo los había etiquetado a ambos en el grupo: [El Foro Académico Cumbre se llevará a cabo en un día. Felicidades anticipadas a nuestros estimados compañeros por su primera

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