Capítulo 320
La mirada de Alejandro se volvió sombría. -¿Qué quieres decir?
Cariño, ¿de verdad crees que no lo sé? ¡Ana no es tu hija biológica!
Alejandro apretó los labios, sin decir una palabra.
-Ana proviene de una familia poderosa. Si haces pública su verdadera identidad, todos esos obstáculos desaparecerán, y Ana podrá casarse con el presidente Alberto.
Alejandro se puso de pie. -No quiero volver a oír eso. Será mejor que no lo menciones otra vez.
Tras lanzar la advertencia, Alejandro subió las escaleras.
María, sin resignarse, insistió: -¿Por qué no quieres revelar el origen de Ana?
Alejandro se detuvo en la escalera. Su figura elegante y culta adquiría un aire de profundidad desde la espalda. Tardó unos segundos en responder: -La madre de Ana no quiere que ella regrese a Valle del Río.
¡Otra vez esa mujer!
Los ojos de María se volvieron venenosos. No era de extrañar que Raquel, a pesar de haber sido enviada al campo, pudiera convertirse en una chica prodigiosa. Qué clase de genes tan poderosos y aterradores debía tener.
Pero ¿y eso qué?
Toda la gloria y el reconocimiento recaerán sobre Ana.
Aunque Alejandro ahora lo había negado con firmeza, María sabía que en el fondo él dudando. Le dolía Ana.
Muy pronto, la verdadera identidad de Ana será revelada.
María esbozó una sonrisa siniestra.
ya
estaba
…
Al día siguiente.
Alberto recibió una llamada del señor Rodrigo en la oficina del presidente; el señor Rodrigo ya había regresado de su viaje de negocios.
-Alberto, ¿tienes tiempo hoy? Ven a almorzar.
El señor Rodrigo lo estaba invitando a comer a casa de la familia Guerrero.
Capítulo 320
2/2
Alberto había pasado la noche anterior durmiendo en la oficina. No había descansado bien. Se frotó el entrecejo. -Tío, hoy no tengo tiempo.
Qué lástima. También invité a Sofía y a Raquel a almorzar.
¿Raquel iba a comer en casa de los Guerrero?
Alberto cambió de parecer. Llego en un rato.
Media hora después, Alberto llegó en auto à la casa de los Guerrero. Raquel y Camila aún no habían llegado.
El señor Rodrigo se ajustó las gafas con una sonrisa burlona. -Alberto, ¿no dijiste que no tenías tiempo? ¿Y ahora apareces tan rápido?
Alberto miró a su alrededor, como si buscara a alguien.
-No busques más. Raquel y Sofía vienen en camino, todavía no llegan.
Alberto desvió la mirada y se sentó en el sofá de la sala.
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