Capítulo 358
1/2
Pero Alberto le bloqueó el paso. -Raquel, ¿no tienes algo que explicarme?
Raquel levantó sus brillantes ojos y lo miró. -¿Explicar qué?
Alberto frunció ligeramente los labios. -El carro de lujo que conduces, la mansión en la que vives, ¿de dónde viene todo eso y con dinero de quién?
Raquel se irguió con orgullo. -Presidente Alberto, basta con que sepas que no he gastado tu dinero. Eso es todo lo que tengo que decir.
Intentó marcharse.
Pero el alto y robusto cuerpo de Alberto, como un muro, la bloqueaba y no la dejaba pasar.
Raquel sonrió. -Presidente Alberto, seguro que esto te resulta extraño, ¿verdad? De hecho, piensas como Ana y las demás, que soy una ama de casa que no sabe ganar dinero y que solo puedo vivir de la compensación que me das tras el divorcio.
Alberto realmente pensaba eso. Era un hecho que Raquel no tenía trabajo.
-Tienes una excelente educación y talento; antes te dedicabas a cuidarme, así
que puedo compensarte. ¿Qué industria te interesa? Puedo arreglar para que trabajes allí o puedo invertir para que empieces tu propia empresa.
Alberto no sabía nada sobre Raquel, excepto que acababa de descubrir que ella era una joven prodigio. No conocía nada más sobre ella.
Raquel miró al apuesto y distinguido hombre frente a ella. Él tenía los medios para fascinar a una mujer: dinero de compensación por el divorcio y recursos de conexiones… Estaba dispuesto a cumplir con todas las peticiones.
Raquel rechazó la oferta. -No es necesario.
Él estaba bloqueando el paso, así que no podía bajar las escaleras; Raquel simplemente se dio la vuelta, dispuesta a casa.
Pero su delicada muñeca fue agarrada de repente, la mano grande y bien definida mano de Alberto se extendió y la sujetó con firmeza.
Sus dedos largos y limpios tocaron su piel suave, y de repente, la imagen de su mano tocándola inundó la mente de Raquel.
No importaba cuánto empujara, no podía liberarse, siendo dominada por su presencia imponente y autoritaria, invadida sin restricciones.
-¡Suéltame!
Capitulo 358
2/2
Raquel reaccionó de forma refleja intentando sacudirlo.
Pero Alberto extendió la mano y la empujó directamente contra la pared.
Raquel lo miró. -Presidente Alberto, si sigues así, se lo diré a Ana.
La mirada de Alberto se clavó en su pálido y frío rostro. -¿Y qué le dirás esta vez? No te he
hecho nada.
Él aún recordaba la última vez que ella se quejó.
Raquel dudaba de sus ojos, porque parecía ver un dejo de indulgencia en el apuesto rostro de Alberto. Esta vez no me has violado, pero me has acosado.
–
Alberto curvó sus delgados labios en una sonrisa burlona, diciendo descuidadamente. -¿ Puedo ir a tu casa esta noche?
¿Qué?
Los ojos expresivos de Raquel se estrecharon.
Alberto continuó. -¿Entonces puedo ir a la mía?
Comments
The readers' comments on the novel: El CEO se Entera de Mis Mentiras