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El CEO se Entera de Mis Mentiras novel Chapter 390

Capítulo 390

El señor Rodrigo sacudió la cabeza.

No hay nada que pueda hacer, ustedes han encontrado a

la persona equivocada, deberían buscar a otra persona.

-¿A quién?

El señor Rodrigo mencionó un nombre, -Raquel.

-¿Qué?

La familia Pérez se quedó estupefacta. -Señor Rodrigo, ¿por qué deberíamos buscar a Raquel? ¿Qué ayuda podría ofrecernos ella?

—Eso es cierto, ¿acaso podría ayudarnos a atrapar al estafador, ¿podría salvar la situación de la familia Pérez?, ¿podría salvarnos?

Ana y Rosa mostraron una expresión de desdén en sus rostros, no creían que Raquel tuviera esa capacidad.

Rodrigo dijo dos palabras, -¡Ella puede!

-¿Qué?

La gente de la familia Pérez se sorprendió.

Rodrigo añadió: -Solo puedo decirles esto, ya les he mostrado un camino claro, ahora depende de ustedes.

Después de eso, Rodrigo entró.

Doña Sara dijo, -¿Por qué señor Rodrigo nos pide que busquemos a Raquel?

María dijo, -Raquel es solo una ama de casa, no creo que tenga esa capacidad.

-Nosotros tampoco lo creemos.

-Tampoco sabemos por qué el señor Rodrigo dijo eso, ahora parece que solo nos queda

buscar a Luis.

Como no tenían otra opción, tuvieron que pedirle ayuda a Luis.

La gente de la familia Pérez encontró a Luis, pero la criada les bloqueó la entrada a la villa,

Lo siento, no pueden entrar.

Este día, la gente de la familia Pérez se enfrentó rechazos por todas partes y tuvo que lidiar con las miradas de los demás. Ana, con precaución, dijo, Hola, necesitamos hablar con Luis.

Capítulo 390

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-Entonces esperen aquí, entraré a informar.

La criada cerró la puerta de la villa con un clap-

La gente de la familia Pérez esperó afuera, y pronto pasaron diez minutos, luego media hora, y la criada no volvió a salir.

Ya había oscurecido, y la familia Pérez no había comido en todo el día y estaban muy cansadas. Ana sintió frío y se abrazó a misma. Qué frío.

En ese momento, empezó a caer una llovizna del cielo, parecía que iba a llover.

Doña Sara golpeó su pierna, —¡Va a llover! ¡Ni siquiera Dios nos está ayudando!

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