Capítulo 395
Raquel no dijo mucho más: -Mañana en Casa Pérez os traigo al estafador y ustedes sacan las cenizas de mi padre; hacemos el intercambio en persona.
Después de eso, Raquel entró, cerrando la puerta del apartamento con un clack.
por
María parecía sospechosa: -Ya hemos denunciado a la policía y buscamos al estafador todos los medios, pero parece que se ha esfumado y no podemos encontrarlo. Ahora Raquel dice que lo traerá mañana, ¿cómo puedo creerla?
Rosa miró hacia Alberto: -Presidente Alberto, ¿qué opina?
Alberto miró la puerta cerrada del apartamento y apretó los labios finamente: -A estas alturas, aparte de confiar en Raquel, parece que no tienen otra opción.
-Entonces esperemos a mañana para ver si Raquel realmente trae al estafador —, dijo doña
Sara.
Ana, colgándose del brazo de Alberto, hizo pucheros: -Alberto, esta noche estamos sin hogar.
Alberto movió ligeramente los labios: -Le pediré a mi secretario que se encargue, los llevaré a la suite presidencial de un hotel para que descansen esta noche.
Los ojos de doña Sara se iluminaron de inmediato: -Gracias.
María también sonrió y aprovechó la oportunidad para decir: -Anita, no necesitas venir al hotel con nosotros, el presidente Alberto vive aquí, ¿por qué no te quedas con él esta noche?
Ana, con una sonrisa floreciente, miró hacia Alberto: -Alberto, yo…
Alberto retiró su brazo suavemente, sin emoción: -Tengo que trabajar hasta tarde hoy, todos ustedes vayan al hotel y descansen temprano.
Después de eso, Alberto entró en su apartamento y también cerró la puerta con un clack.
…
Ella tomó la iniciativa de quedarse con Alberto, pero fue rechazada, ¡perdiendo toda su dignidad!
Puf.
En ese momento, alguien se rio, era Patricia.
Capítulo 395
2/2
Patricia se cubrió la boca con la mano:-Lo siento, no pude contenerme.
Ahora que Rosa está despechada, Patricia tampoco desea que a Ana le vaya bien en el amor, no quiere que Ana y Alberto se casen.
Alejandro y María también se sintieron incómodos, parece que Ana tendrá dificultades en el
amor.
Doña Sara golpeó el suelo con el pie: -Ya basta, todos están en la misma situación, no se rían el uno del otro, ¡no tienen vergüenza!
-Realmente esperaba que pudieran organizar una gran boda juntos, pero ahora veo que los sobreestimé, ¡me voy!
Todos siguieron a doña Sara y se marcharon.
En el apartamento, Alberto, alto y de piernas largas, estaba de pie frente a la ventana del suelo
y se paró detrás de él: Presidente, ya hemos enviado gente a
Comments
The readers' comments on the novel: El CEO se Entera de Mis Mentiras