Capítulo 401
Luis conoce el afecto que existía entre Raquel y su padre, quien la quería profundamente. Esos fueron algunos de los escasos momentos felices en la vida de Raquel.
Se había confirmado que alguien de la familia Pérez envenenó a Diego, y Raquel, como su hija, naturalmente buscará venganza.
Luis asintió. Raquelita, siempre estaré a tu lado.
—-
Alberto llegó al hospital, a la habitación VIP.
Ana había sido ingresada de nuevo, llevaba puesta una bata de hospital azul y blanca y estaba sentada en la cama, con Alejandro y María a su lado.
Aunque Alberto había sido frío con Ana, ella seguía siendo su hija, por lo que no la dejará desamparada; llegó tan pronto como pudo.
—Ana, ¿cómo estás? -Alberto se sentó al borde de la cama y preguntó con preocupación.
Ana tomó la mano de Alberto. -Alberto, me duele el corazón.
María intervino de inmediato. —Jefe Alberto, Anita ha tenido otro dolor de corazón, tan fuerte que se desmayó. Los médicos acaban de estar aquí, pero están impotentes ante su condición. El anterior “El Invencible” era un impostor, ahora solo el verdadero “El Invencible” puede salvar a Anita. ¿Lo has encontrado?
Alberto sacudió la cabeza. —Todavía no.
Alejandro mostró su preocupación. -Jefe Alberto, no podemos demorar más el tratamiento del corazón de Anita. Hay que encontrar una solución para tratar a Anita.
Alberto respondió. -Tengo un plan en mente.
En ese momento, Francisco entró, sosteniendo un documento. -Jefe Alberto.
Parecía que Francisco tenía algo que no podía decir aquí.
Alberto se levantó y dijo. -Voy a salir un momento.
Alberto se fue, María miró sospechosamente a Ana. -Anita, ¿qué está haciendo el jefe Alberto?
Ana reflexionó. -Alberto ya había estado buscando una fuente de corazón adecuada para mí, ¿ Podría ser que ya encontró un corazón compatible?
María se alegró. -Eso sería maravilloso. ¿A quién pertenece el corazón que es compatible contigo? Sería un honor para ella, pero ¿por qué el jefe Alberto tuvo que salir para hablar?
Capitulo 401
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Ana también estaba confundida. -No lo sé.
Alberto
y Francisco llegaban al corredor, Francisco habló en voz baja. -Jefe Alberto, hemos encontrado un corazón compatible con la señorita Ana.
Una chispa de alegría brilló en los ojos de Alberto. -¿Quién es compatible con Ana?
Francisco parecía reticente y no dijo nada.
Alberto frunció el ceño. -¿Te has quedado mudo?
Francisco le entregó a Alberto un sobre sellado. -Jefe Alberto, mejor mírelo usted mismo.
Alberto abrió el sobre, y un nombre saltó a sus ojos.
Era Raquel.
Alberto se estremeció. -¿Raquel?
Francisco asintió. —Así es, jefe Alberto, el corazón de la señorita Raquel es perfectamente compatible con el de la señorita Ana.
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