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El CEO se Entera de Mis Mentiras novel Chapter 482

Capítulo 482

Alberto no le dio a Raquel el derecho a rechazarlo, con un fuerte empuje de su palma, abrió la puerta y entró apresurado con zancadas largas.

Raquel se enojó, pensando que Alberto y Ana hacian buena pareja, ambos disfrutaban irrumpiendo en casas ajenas.

-Jefe Alberto, por favor salga en este instante, jo llamaré a seguridad!

Alberto se volteó hacia Raquel. Raquel, ¿me has estado ocultando algo?

Raquel, confundida, le preguntó, -¿A qué te refieres?

La mirada fulminante de Alberto bajó hacia el vientre plano de ella.

Estaba mirando ensimismado su estómago.

Raquel asustada cubrió su vientre con las manos. ¡Jefe Alberto, qué estás mirando!

Ella parecía estar muy a la defensiva, como si él pudiera lastimar al niño dentro de ella, ese detalle hizo que Alberto sintiera un dolor punzante en su corazón.

Parece que ella pensó que él lastimaría al niño que llevaba, por eso siempre se protegía de él.

-Esa noche en la Tienda de las Hierbas Celestiales, me ocultaste algo, ¿no es así?

El corazón de Raquel se estrujó, Alberto lo sabía.

Desde que Alberto dijo que no le gustaban los niños, que no quería problemas, ella decidió no decírselo.

Pero esto era algo que no se podía ocultar, y ella sabía que algún día tarde o temprano él lo descubriría.

Pero ese día llegó demasiado rápido.

Y este momento tan crucial, la tomó por sorpresa.

-Raquel, ¿por qué no hablas? Por lo general eres muy charlatana, díme, ¿estás embarazada? ¡ Quiero que me lo digas misma!

Los claros y profundos ojos de Raquel se fijaron en el rostro de Alberto, enfrentando directamente su mirada, , estoy embarazada.

Alberto esbozó una sonrisa sarcástica, no sabiendo si se reía de ella o lo hacía de mismo.

Raquel no entendía qué expresión era esa. -Jefe Alberto, mi embarazo es solo asunto mío, no tiene nada que ver contigo, ¡por favor no lastimes a mi hijo!

Ella había dicho, su embarazo no tenía nada que ver con él.

También le pidió que no lastimara a su hijo.

Alberto sintió que esas palabras eran como agujas clavándose en lo profundo de su corazón, causándole un dolor intenso y continuo, ¿por que tenía que decírselo, cuando claramente podría haberse callado?

¿Ella quería herirlo, una vez más?

Alberto dio un paso largo, acercándose sigilosó paso a paso a Raquel.

Su sombra imponente y severa la oprimía, haciendo que Raquel retrocediera de forma involuntaria; esta noche, su semblante estaba particularmente alterado, y Raquel no podía adivinar qué pasaba por su mente.

-Raquel, ¿por qué retrocedes? ¿De qué tienes miedo?

Raquel seguía asustada retrocediendo, pero pronto no tuvo a dónde ir, pues su delicada espalda se encontró de repente contra la fría pared.

Raquel se enojó. -Jefe Alberto, este es mi hogar, por favor salga de inmediato!

Alberto se acercó más, extendió la mano para agarrar sus hombros y dijo con una sonrisa

sombría, Raquel, te pregunto de qué tienes miedo, ¿temes que yo te haga daño a ti y al niño?

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