El hombre más rico del mundo, Víctor, resultó ser su padre biológico.
¡Ja!
¡Ja, ja!
Ana casi se rio, estaba realmente muy feliz.
Víctor miró a Ana y luego extendió sus brazos: Anita, ven aquí, déjame abrazarte.
Ana se acercó inmediatamente y lo abrazo, Papa, ¿por qué llegas ahora, después de tanto tiempo? ¿Por qué no viniste antes?
Víctor, abrazando a Ana, le acarició la espalda: Anita, lo siento, he estado buscándote todos estos años. He volado a muchos países, visitado muchas ciudades, ¡siempre te estuve buscando!
Ana, emocionada, dijo: -Papá, no quiero separarme de ti nunca más, quiero estar contigo para siempre.
Víctor acarició el cabello de Ana: -Cuidaré bien de ti, Anita.
Observando el emotivo reencuentro entre padre e hija, Raquel frunció el ceño, sorprendida por el legendario origen de Ana, que resultó ser la hija de Víctor.
¿Quién lo hubiera imaginado?
Víctor y Ana se separaron, y Ana tomó del brazo a Víctor, desafiante, miró a Raquel: -Papá, vamos a casa, quiero irme.
Víctor dijo: -De acuerdo, te llevaré.
Víctor estaba a punto de llevarse a Ana.
Pero en ese momento, detrás de ellos resonó una voz clara y hermosa: -¡Esperen!
Víctor se detuvo y lentamente se giró para mirar a Raquel.
Al ver el rostro de Raquel, Víctor se quedó paralizado por un momento, no sabe por qué, pero algo en ese rostro despertó en él un sentimiento inusual.
Ana sonrió con malicia: -Raquel, he encontrado a mi padre, y él es el hombre más rico del mundo, deberías estar feliz por mí.
Ana realmente quería reírse; ahora que su padre era el hombre más rico, nadie se atrevería a molestarla.
Raquel no podía.
Alberto tampoco.
Capitulo 534
La mirada clara de Raquel cayó sobre el rostro de Victor: jefe Victor, tengo asuntos pendientes con tu hija, no la dejaré ir hasta que se resuelvan.
Ana inmediatamente se quejó: -Papá, es esta Raquel, ella siempre me ha estado molestando. Mira las heridas en mi cuerpo y las marcas de bofetadas en mi rostro, todo fue hecho por Raquel, ella es una persona con malas intenciones
Víctor, al ver las heridas de Ana, dirigió una mirada severa hacia Raquel: Has herido a mi hija de esta manera, y yo no te he buscado, pero tú has tenido el descaro de acercarte.
Dicho esto, Víctor esbozó una sonrisa burlona: Ana ahora es mi hija, ¿te atreves a tocar a mi hija?
Raquel intentó avanzar, pero la imponente figura de Alberto se interpuso frente a ella.
Alberto miró a Víctor: -Don Victor.
Alberto lo llamó “Don Víctor”.
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