Capítulo treinta y cuatro
Las luces detrás de nosotros se encienden y escucho la voz de mi papá llamarme aún sin salir de casa.
Mierda, mierda, mierda!
La puerta hace un sonido fuerte que lastima mis oídos y por la ventana puedo ver como Derly me hace señas para que me largue.
El sonido se detiene y escucho las llaves abrir la cerradura, volteo asustada hacia Elián y este toma mi mano con rapidez, empezamos a correr con dirección a su auto y giro la cabeza mirando como mi madrastra agarra de los hombros a mi papá quien no para de gritarme que regrese a casa.
No le tomo importancia a lo que diga y me concentro en la mano cálida y fuerte de él guiándome.
Abre la puerta de copiloto para mí y escucho los gritos de ella desde casa —¡Vete! ¡Corre! —mi papá se le zafa de su agarre y viene hacia nosotros corriendo como un animal enojado.
Es un animal y también está enojado, solo hago esa aclaración.*
—Entra —Elián me mete dentro y cierra la puerta con fuerza, me pongo el cinturón lo más rápido que puedo y me aferro a este, él sube de piloto y enciende el carro, retrocede veloz al ver a mi padre a pocos metros y enciende las luces altas haciendo que se detenga antes de llegar a nosotros.
Da la vuelta para salir por la calle de Quero y volteo la cabeza viendo por el vidrio de atrás como para de correr y se hace cada vez más chiquito hasta desaparecer de nuestra vista.
Dios... Que intenso ha sido todo esto.
Toco mi pecho acelerado y dejo salir un gran suspiro, llevo mis ojos a él y muerdo mis labios pensando en lo que acabo de hacer.
¿Qué hice?
Mi papá me va a odiar para toda la vida.
Cálmate, no es para tanto, Derly puede calmarlo y tú lo sabes.*
El chico conduciendo me da una rápida mirada y quita una de sus manos del volante para acariciar mis mejillas, de la nada entra a uno de los estacionamientos de un hotel y se parquea en el primer lugar que ve, sale sin decirme algo y abre mi puerta, me agarra del brazo haciendo que baje del coche y me examina de arriba a abajo.
—¿Estás bien? ¿Te duele algo? ¿Estás lastimada? No me gusta tu cara de angustia ¿quieres que vayamos a un médico? —me bombardea con preguntas y niego, enredo mis manos a su cintura y dejo mi cabeza en su pecho.
—Tengo miedo de lo que pueda pasar —hablo con preocupación —incluso no sé si podré volver a casa o si Derly podrá calmarlo... Yo...
Elián me separa de él y posa sus manos en mis hombros, se agacha a mi altura y sonríe dándome confianza —No te preocupes, nada de lo que dices va a pasar y si pasa me tienes a mí aquí para ti —sus ojos azules miran los míos con apreciación —Yo no te voy a dejar sola.
Me regresa a sus brazos y cierro los ojos disfrutando del olor y el calorcito que emana de él, mi corazón da un vuelco de amor y poco a poco olvido los malos pensamientos que me angustian.
Veo las luces parpadear y más de un foco se quema dejándonos en una semi-oscuridad, su mano baja con lentitud hasta mi cintura y otra vez los focos parpadean hasta apagarse por completo haciendo que lo último que pudiese ver fuera su sonrisa maliciosa y esos ojos azules juguetones.
Mi cuerpo gira bruscamente y choco con la puerta del coche, automáticamente pongo mis manos en su pecho y Elián posa ambos brazos a mis costados de manera que no pueda escapar, siento su caliente respiración irse acercando a mi cuello hasta rozar sus labios húmedos y cierro los ojos.
—Que... ¿Qué está pasando?
—Nada —su voz hace eco en mis oídos y aprieto mis piernas al sentir una descarga por todo mi cuerpo —solo he aprendido unas cositas por mi propia cuenta —ataca mi cuello con lentitud y sube pausadamente hasta mis labios semi-abiertos.
Toma mi rostro entre sus manos mientras que sus pulgares delinean mis labios con delicadeza, abro los ojos viendo como por los suyos cada segundo pasa un destello verde que me hace temblar y mi cuerpo va adquiriendo calor desde el interior.
Elián deja de jugar con mis labios volviendo a la normalidad y los focos que no se quemaron vuelven a alumbrar, se da la vuelta apartándose unos pasos de mí y pasa la mano izquierda por su cabello, se endereza y da un largo suspiro intentando calmar su corazón agitado.
Me acercó a él y enfrento esos ojos azules cara a cara sintiendo el deseo correr por las venas, el ambiente se torna exitante para ambos y llevo una de sus manos hasta mi rostro otra vez —Apágalas —susurro y por arte de magia todo queda a oscuras, me arrimo a su cuerpo y él nuevamente empieza a jugar con mis labios.
¿La única diferencia?
La única diferencia es que esta vez su pulgar no está delineando mis labios, sino que esta siendo besado por mí.
Comments
The readers' comments on the novel: El Chico Dhall ©