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El Chico Dhall © novel Chapter 38

Capítulo treinta y siete

—Jex, escúchame —Elián habla con un tono de voz suave e intenta tomar nuevamente mi mano, pero la aparto —Jexi, te juro que con esa loca yo no he tenido nada —señala a su ex y está intenta hablar, pero le doy una mirada dura y regresa a su lugar.

Me cruzo de brazos y señaló a mi vecina la rebuscada con la cabeza —¿Y que me dices de ella? ¿Me vas a negar el hecho de que te vi saliendo de su casa el día que justo supiste que yo era tu mate?

—¡Yo ni siquiera recuerdo haberme acostado con ella! Solo sé que desperté en su cama, porque justo la noche anterior había tomado demasiado y ya había perdido la línea de cordura que tenía, así que no puedo afirmar con seguridad que ese hijo sea mío.

Sube lentamente una de sus manos a mis mejillas y las acaricia, cierro los ojos dando un suspiro y me aparto agarrando mi cabello con fuerza.

Observo a las lagartas ver el espectáculo que están formando y la ira crece en mi interior, aprieto la mandíbula y respiro pausadamente para calmarme.

Tranquila Jexi, confía en él te dice la verdad...*

—Vale, te creo con la versión de tu ex —su rostro de angustia dibuja una sonrisa y alzó mi dedo índice —pero tendrás que demostrarme que el embarazo de ella —señalo a la puta de mi vecina —no es tuyo —trago grueso —de lo contrario, esto que no ha empezado aún se terminará en un abrir y cerrar de ojos.

—¿Y cómo se supone que haga eso? —cuestiona alterado y me limito a encoger mis hombros.

—No lo sé —niego —pero encontrarás la manera —saco el móvil que me regalo del bolsillo delantero de mi pantalón y se lo entrego en las manos —ahora, si me disculpan —le doy una rápida mirada a todo el mundo —me voy a casa.

—Sí, vete, aquí solo deben estar las que verdaderamente tienen algo que ver con Elián, no una ardida a la cual le juro amor eterno —suelto la manilla de la puerta y sonrío de gran manera conteniendo a mi loba quien no deja de raspar mi pecho para salir.

¡Ahhh! Déjame matarla lentamente y hacer tacos con su carne.*

Giro mi cuerpo y poco a poco me acerco a ella con un aura amenazante, Elián trata de tomarme porque sabe que estoy enojada y lo señalo indicándole que si lo hace estará en graves problemas, él se queda quito en su lugar y bajo la mano.

Eso, así me gusta, obediente.

La señora Irina se aleja un poco dándome espacio para estar con las dos locas frente a frente —El chico que ves detrás de mí —lo señaló —el chico de ojos azules que está ahí, el chico Dhall, ese del que dices que no soy nada, ese es mi mate —remarco cada palabra que sale de mi boca —no es ni tuyo por supuestamente llevar un hijo de él, no es de ella —observo a su ex —por estar en una relación seria con él —hago comillas con mis dedos —incluso no es de la luna Irina aunque sea su hijo, ¿y sabes por qué? —susurro cerca de su oído —porque esta que está delante de ti es dueña de su cuerpo y alma —agarro su blusa escotada con fuerza —Elián es mío —la suelto y me voy hasta estar a su lado —Él es mío y espero que te quede claro, mona descerebrada.

Me doy vuelta y salgo de la enorme mansión con él pisándome los talones, siento la sangre hervir por mis venas a tal punto de que ni sienta el sol pegando en mi piel y camino rápido por la acera diendo en dirección a mi hogar.

—Jex, —Elián se posa delante de mí y esos ojos azules ven los míos en todo momento —espera, se que estas enojada por todo lo que esta pasando, pero confía en mí, prometo encontrar las pruebas que sean necesarias para demostrarte que ninguno de los dos es mío —agarra mis manos para detener mi andar —no dejes que esto nos hunda, no ahora que estábamos tan bien juntos.

Miro mis zapatillas blancas y cierro mis ojos —Elián, ¿qué quieres que te diga? Sabes lo mucho que me costo confiar en ti como para que ahora salga esto y actúe como si nada hubiese pasado.

—Al menos dime que no me vas a dejar, dime que por muy mínima que sea la oportunidad estarás conmigo hasta el final, hasta que todo se desvele —sus manos toman mi rostro con delicadeza y me hacen mirarlo a los ojos —por favor, eres lo único que tengo, no dejes que de nuevo me hunda.

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