Capítulo treinta y seis
Despierto gracias a unos murmuros provenientes de mi acompañante y me giro en el puesto dándole la espalda para seguir durmiendo.
—Joven, usted sabe que lo que hicieron está penalizado, ya que está prohibido ingresar a los estacionamientos de un hotel privado sin siquiera pedir una reservación.
—Dígame cuanto quiere y olvidamos este asunto —la voz de Elián se alza —por favor, no quiero tener problemas y tampoco usted.
—Lastimosamente reglas son reglas y tiene que venir conmigo, así que le pido amablemente, caballero, que baje del vehículo junto a su acompañante y me acompañe a recepción —el tono de voz del señor suena fuerte y demandante.
Me giro juntando mis cejas y pongo un brazo encima de mis ojos —¡CALLESE VIEJO LESBIANO! —grito y rasco mi cabeza, doy un largo suspiro y finalmente abro mis ojos viendo a las dos personas mirarme de forma intensa.
Mis ojos se van al guardia de seguridad y automáticamente intento cubrirme, pero da la casualidad que estoy vestida de pie a cabeza con mi ropa, rápido recuerdo lo que le dije al despertar y sonrío inocente en su dirección.
Elián niega divertido y siento la calor de mi cuerpo ir a mi cara al recordar todo lo que pasó hace unas cuantas horas.
Virgen, ven y llévame.
No quiero estar aquí, me siento indispuesta y susceptible a todo lo que me diga de ahora en adelante.
A que ya no lo puedes ocultar, eh, cara remolacha.*
¡Tú cállate! Cuando te dije que me ayudaras dijiste que no podías.
Discúlpame mi amor, pero a diferencia de ti yo si voy a disfrutar de las caricias de mi macho, así que, ¡u-bi-ca-te!*
Ruedo los ojos con el comentario de mi loba y Elián prende el motor del carro haciendo que el guardia saque su taser, —¡Apague el auto! ¡Apague el auto o no me responsabilizo de lo que pase!
—Bebé, me pasas mi identificación, por favor, está en la guantera dentro de la cartera —habla con un tono de voz suave y hace un gesto con la nariz que me parece tierno, acato su orden y le paso el documento sintiendo una descarga eléctrica por mi columna vertebral al rozar sus manos, él vuelve la mirada al guardia y remoja sus labios secos —quiero que me diga quien es el mayor accionista de este hotel, si usted trabaja aquí debe saberlo.
El señor gordito asiente —Por supuesto que lo sé, es el señor Amir Dhall, personalmente he compartido una comida con él y su esposa, Irina de Dhall.
Mi acompañante sonríe —Lo gracioso es que no me conozcas —masculla para sí y le enseña el DNI —yo soy su hijo mayor, soy Elián Dhall —muerde sus labios y desvio la mirada a estos y todo lo que me hicieron hace un momento, mi rostro otra vez toma el color de un tomate y lo cubro con ambas manos por un rato.
Debo dejar de pensar en eso.
Sí, eso es. No pienses en eso Jexi.
» —Así que básicamente el edificio es más mío que del mismo dueño, porque soy el heredero principal de mi padre, por lo tanto no me puedes retener, sería absurdo.
El guardia baja su taser y lo guarda —Hubo empezado por ahí, señor Elián Dhall —baja la cabeza guardándole respeto a chico a mi lado —puede retirarse y disculpe las molestias, pero es que usted no me daba información y todo el tiempo me decía que guardará silencio.
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