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La Falsa Muerte de la Esposa novel Chapter 122

Capítulo 122

Jazmín se enderezó con una sonrisa curvando sus labios, un destello de triunfo brillando en sus ojos mientras saboreaba el momento. Era tan sencillo, pensó, complacer a un niño como Pablo.

No podía evitar imaginar la escena: Esmeralda, furiosa y humillada, detenida en la entrada, mientras ella, Jazmín, cruzaba el escenario de la mano de Pablo, al lado del hombre que una vez le juró amor eterno a otra. La sola idea le encendía el alma con una satisfacción casi palpable.

A diez minutos del inicio de la conferencia, Valentín recorría el backstage con pasos inquietos, su mirada saltando entre los rostros del personal. Revisaba una y otra vez, como si al insistir pudiera conjurar la presencia de Esmeralda.

-Señor Espinosa, ¿ya intentó llamar a su esposa otra vez? -sugirió un subordinado, con un tono que rozaba la cautela.

Valentín apretó los labios. Claro que quería llamarla, pero el recuerdo de su número bloqueado

lo frenaba.

-Pásame un celular -ordenó, extendiendo la mano.

-Aquí tiene.

Con dedos tensos, marcó el número desde el teléfono prestado. Los segundos se arrastraron antes de que la voz mecánica irrumpiera: Lo sentimos, el número que marcó no está disponible

Un nudo se formó en su garganta. ¿Qué demonios estaba pasando? Frunció el ceño, una sombra de inquietud cruzando su rostro, y devolvió el aparato con un gesto brusco.

-¡Asistente! llamó, alzando la voz hacia el fondo del pasillo-. Averigua dónde está Esmeralda. ¡Ahora!

El joven, visiblemente desconcertado, titubeó.

-¿La señora? ¿Entonces no ha llegado?

La mirada de Valentín se endureció, cargada de una furia contenida que hizo retroceder al asistente.

-¡Sí, señor Espinosa! Voy de inmediato -respondió este, casi tropezando al salir.

Apenas el asistente desapareció, Jazmín irrumpió en la sala con una calma estudiada.

-¿Valentín? La conferencia está a punto de empezar.

-Sí, ya lo sérespondió él, asintiendo con un suspiro profundo antes de salir del área de descanso.

En su interior, la ira se mezclaba con una decepción amarga. Entendía que Esmeralda estuviera

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Capítulo 122

resentida por lo que pasó, pero esto era distinto. Ella sabía cuánto significaba este día: años de esfuerzo para llevar el Grupo Espinosa a la cima, y ahora, en el momento de tocar la campana de la bolsa, quería compartirlo con su esposa y su hijo. Pero ella no estaba. Era como si, con su ausencia, buscara herirlo en lo más hondo.

El salón principal relucía bajo el fulgor de las luces, un enjambre de cámaras y micrófonos aguardando como aves de presa. Valentín, impecable en su traje oscuro, se plantó frente al podio. Su nuez de Adán tembló ligeramente al tragar en seco mientras echaba un vistazo al reloj: las once veinticinco. Los murmullos de los periodistas ya empezaban a agitarse.

-Con esto concluyo la presentación del camino y los planes del Grupo Espinosa para su salida a bolsa anunció, su voz rasposa traicionando el cansancio. El sudor humedecía sus manos, arrugando los bordes del discurso-. A continuación

-¡Señor Espinosa! -interrumpió una periodista desde el fondo, sus gafas doradas destellando bajo las luces mientras alzaba la mano-. Usted prometió que hoy conoceríamos a su esposa. ¿Está ella aquí?

El aire se detuvo, cargado de una expectativa afilada. Valentín sabía que las preguntas

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