Capítulo 124
¡Esmeralda se ha suicidado! La noticia resonó como un trueno en la sala, quebrando el frágil equilibrio del momento.
-El equipo de rescate acaba de recuperar el cuerpo -murmuró el asistente, su voz temblorosa deshaciéndose en el aire-. Ya confirmaron que es ella… están pidiendo que vaya a reconocerla. A medida que hablaba, sus ojos se nublaron con un brillo húmedo. Como el hombre de confianza del presidente Espinosa, había compartido más de una conversación con la señora. La recordaba como un alma luminosa: amable, generosa, siempre con una palabra cálida. Nunca lo trató como un simple recadero; al contrario, cuando le pedía llevarle algo al presidente, incluía una porción para él, envuelta con el mismo cuidado. Por eso, cada vez que veía a Espinosa acercarse demasiado a Varela o ignorar a su esposa, una chispa de indignación ardía en su pecho. Ella no merecía eso.
Hoy, al saber que Valentín la presentaría al mundo, una alegría secreta lo había invadido. Imaginó que, al fin reconocida, él la valoraría como debía. Pero este desenlace… era un golpe que no esperaba.
-Señor Espinosa, necesitamos irnos cuanto antes -insistió, su tono cargado de urgencia.
-¡No voy a ir! -estalló Valentín, como si una corriente lo hubiera atravesado.
Sus ojos centelleaban de furia, y el grito hizo que Pablo, a su lado, diera un respingo. El dolor le retorcía las entrañas, un espasmo que lo doblaba por dentro, mientras el sudor resbalaba desde su mandíbula y salpicaba la mesa con gotas heladas. No sentía nada más allá del eco implacable de aquellas palabras: “La señora ya no está“.
-Señor Espinosa… lo siento mucho -musitó el asistente, bajando la mirada.
Valentín no respondió. Su mano estrujaba el celular con una fuerza que parecía querer quebrarlo, el rostro rígido por la tormenta que lo consumía.
-Valentín, ¿estás bien? —Jazmín se acercó, su voz suave como un susurro-. ¿No crees que deberíamos ir a verla?
Quería tenderle una mano, pero él se apartó con brusquedad, dando pasos largos hacia la salida. El asistente, sin dudarlo, corrió tras él.
Jazmín se quedó inmóvil por un instante, atrapada en el vacío de su gesto.
-Jaz, ¿por qué se fue papá? -preguntó Pablo, su voz infantil rompiendo el silencio.
Ella respiró hondo, recomponiendo su fachada.
-Tranquilo, pequeño -respondió, mientras informaba a los periodistas que la conferencia quedaba suspendida. Luego, tomó la mano de Pablo y abandonó el lugar.
Afuera, los reporteros ya tejían sus titulares, susurros que se propagaban como fuego en hierba
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Capítulo 124
seca.
Valentín apenas había avanzado unos metros cuando una oleada de debilidad lo obligó a apoyarse contra la pared. jadeaba, el aire entrando a ráfagas en sus pulmones.
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