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La Falsa Muerte de la Esposa novel Chapter 140

Capítulo 140

Esmeralda lucía una prenda de delicado estilo, con dos botones de nudo bordados que adornaban la parte trasera del cuello, tejidos con hilos que parecían susurrar historias de artesanía antigua. Uno de esos botones, rebelde, se había enredado con una espiga obstinada, resistiéndose a soltarse con terquedad vegetal.

Estaban tan cerca que el aire entre ellos vibraba sutilmente. El aroma fresco y amaderado de Isaac, como un bosque tras la lluvia, envolvía a Esmeralda, tensando sus hombros con una mezcla de nervios y expectativa. Él, consciente de su inquietud, manejaba sus dedos con la cautela de quien desarma un relicario, evitando rozar la piel expuesta de su nuca.

Pero cuanto más se esforzaba por ser delicado, más se enredaba el asunto, como si la espiga disfrutara del juego.

Esmeralda, sintiendo que el momento se alargaba como un hilo a punto de romperse, decidió romper el impasse.

-Oye, ¿y si mejor desabrochas el botón? Sería más rápido, ¿no crees?

-¡¿Desabrochar el botón?! -Araceli soltó un gritito teatral-. ¡El tío Isaac desabrochándole el botón a la tía Esme! Esto no es para niños, ¡me tapo los ojos!

La pequeña se cubrió la carita con las manos, aunque sus deditos traviesos dejaban entrever unos ojos brillantes de picardía y una sonrisa que delataba su diversión.

-Ay, esta niña-Esmeralda sacudió la cabeza, incrédula de que, a sus treinta años, una pequeñita la hiciera sonrojar así.

Por fin, con un movimiento preciso, Isaac liberó la espiga y dio un paso atrás, aliviado.

-Listo.

-Gracias, de verdad.

-No hace falta que me agradezcas tanto -respondió él, con un tono suave pero firme.

Un velo de incomodidad pareció posarse entre ellos, sutil como el rocío en las hojas.

Esmeralda carraspeó, buscando disipar la tensión.

-Ejemya terminé de recoger casi todo por aquí. ¿Qué tal si seguimos mirando más allá?

Isaac captó su intención y asintió.

-De acuerdo.

Los días previos habían traído lluvias que dejaron la montaña húmeda y fresca con un sol tímido que apenas lograba entibiar el aire. El bosque, empapado, exhalaba un aliento terroso, y pronto sus zapatos se tiñeron de barro, aferrándose a las suelas como un recordatorio de la naturaleza indomita.

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Capitulo 140

-Tal vez deberíamos tomar otro camino -sugirió Isaac-. El terreno se está poniendo más

difícil.

-¿Ya recogiste suficientes hierbas?

-No te preocupes, puedo volver otro día por más -respondió ella, restándole importancia con

una sonrisa.

Mientras conversaban, un eco lejano interrumpió sus palabras: un grito débil, casi ahogado por el rumor del viento. Esmeralda alzó una mano, pidiendo silencio a Isaac y Araceli. Afinó el oído, y el sonido se aclaró: era un hombre pidiendo auxilio.

Frunció el ceño y murmuró:

-A veces suben excursionistas a la montaña. Alguien podría estar en apuros. Voy a echar un vistazo.

-Voy contigo —dijo Isaac, firme.

-No, mejor quédate aquí con Araceli. El camino por allá está más resbaladizo, y no quiero que ella corra riesgos.

Sin esperar respuesta, Esmeralda se ajustó la mascarilla que llevaba preparada. Los rumores de su muerteaún flotaban en el aire, y lo último que quería era que un encuentro casual la convirtiera de salvadora en aparición. El sendero, viscoso y traicionero, no la intimidaba; sus años creciendo entre riscos y pendientes le habían dado una agilidad casi felina.

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