Capítulo 158
-Está bien, continuaré impulsando el laboratorio desde mi lado. Para el próximo mes podremos iniciar con toda la fase de investigación y desarrollo.
Esmeralda posó su mano sobre el hombro de Yeray, clavando en él una mirada donde se entrelazaban la seriedad y un profundo significado que trascendía las palabras.
-Hermano Yeray, debes esforzarte al máximo, sobre tus hombros descansa ahora la responsabilidad de devolver la gloria a nuestro Monasterio Legado de Hipócrates.
-Ya, claro que sí.
Yeray apartó la mano de Esmeralda con un gesto despreocupado, mientras su voz adoptaba ese tono de fingida irritación que ella conocía tan bien..
-Cuando el maestro regrese y nos llame la atención, apuesto que serás la primera en empujarme al frente para que dé explicaciones, mocosa.
La verdadera razón por la que el Monasterio Legado de Hipócrates había acumulado prestigio pero no riqueza durante tantos años residía en la obstinación de su pequeña jefa. Si el maestro descubriera que durante su ausencia no solo habían incrementado considerablemente las tarifas de consulta, sino que además planeaban establecer una empresa y abrir una farmacia, seguramente los juncos de incienso del santuario se desgastarían de tanto arrodillarse en penitencia.
Esmeralda se limitó a reír con esa transparencia que la caracterizaba, sus pensamientos reflejados con total nitidez en cada facción de su rostro. Solo dentro de los muros del Monasterio Legado de Hipócrates podía ser auténtica sin temor alguno; incluso si cometiera la falta más grave, su hermandad la protegería con devoción inquebrantable. No como Valentín… Esmeralda bajó la mirada, dejando entrever una aflicción tan profunda que las palabras resultaban insuficientes para describirla. No era que el asunto le resultara indiferente. Contemplar cómo el hombre con quien había compartido tantos momentos significativos ahora desconfiaba de ella basándose en acusaciones sin fundamento resultaba verdaderamente devastador. Por fortuna, ya no tendría que entrecruzar su vida con alguien así.
Al caer la tarde, Jazmín condujo hasta las instalaciones del jardín de infantes. Apenas descendió del vehículo, las miradas de los padres que aguardaban a sus pequeños convergieron inmediatamente hacia ella. Entre aquellos ojos que la observaban discernió admiración, alabanza velada, pero también deseos menos decorosos. Jazmin recibia cada mirada con naturalidad, incluso correspondiéndolas con ligeras sonrisas.
Las madres, evidentemente, manifestaban su desagrado. Si sorprendían a sus esposos contemplándola, les dirigían miradas fulminantes que hablaban por si solas.
1957 Comes
Capitulo 158
-¿Señorita Varela, nuevamente por aquí?
Jazmín apenas había avanzado unos cuantos pasos cuando una mujer ataviada con prendas que denotaban elegancia y opulencia la abordó. Aquella sonrisa forzada revelaba claramente que existía algún conflicto latente con Jazmín.
-¿Usted es…?
-La madre de Iris Galván -respondió Irene Galván con una sonrisa apenas perceptible, agregando con aparente casualidad-: Oh, olvidaba que la señorita Varela no me había visto con anterioridad, estos últimos días ha sido mi esposo quien se encargaba de recoger a nuestra pequeña.
-Así que es la madre de Iris.
Jazmín asintió con calculada cordialidad, recordando que tenía registrado al esposo de Irene entre sus contactos de WhatsApp. La última vez que había acudido a recoger a Pablo Espinosa, aquel hombre se había demorado conversando animadamente con ella en la
entrada.
-Señorita Varela, la veo con tanta frecuencia por aquí que me pregunto si existen buenas nuevas, ¿acaso Pablo está próximo a comenzar a llamarla madre?
-La madre de Iris bromea con ligereza. En realidad, la forma en que me llame carece de importancia, lo verdaderamente esencial es que el niño experimente felicidad y alegría en su
vida.
Comments
The readers' comments on the novel: La Falsa Muerte de la Esposa