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La Falsa Muerte de la Esposa novel Chapter 172

Capítulo 172

Hace media hora, ella misma había sacado esos tamales de la caja de comida para llevar y los había colocado en platos. Esta señorita Varela, con su habilidad para inventar realidades alternas, había superado todo límite de credibilidad. Eugenia observaba la escena con resignación mientras rogaba en silencio que el señor Espinosa pudiera discernir pronto la verdadera naturaleza de aquella mujer.

-Este café lo preparé en una olla de barro tradicional durante dos horas completas. Pruébalo y dime qué impresión te causa.

Valentín, acuciado por el hambre que comenzaba a manifestarse, tomó una cuchara y degustó un poco. Aunque el sabor distaba considerablemente del que Esmeralda lograba en sus preparaciones, resultaba evidente que existía cierto esmero en su elaboración.

-¿Qué tal, satisface tu paladar?

-Sí, es aceptable.

Jazmín esbozó una sonrisa calculadamente sutil, entornando los ojos con expresión complacida.

-Me alegra enormemente que sea de tu agrado. Si deseas algún platillo en particular, puedo aprender a prepararlo con dedicación. Además, considerando tus problemas estomacales, consultaré con un nutricionista especializado para adquirir conocimientos sobre cómo cuidarte adecuadamente. De ese modo, la próxima ocasión que regreses después de haber bebido, tendré preparado algo que proteja la delicada mucosa de tu estómago.

Mientras articulaba estas palabras, Jazmín le sirvió con estudiada elegancia un tazón de café que le extendió con voz aterciopelada:

-No albergues preocupación alguna, Valentín, siempre constituiré tu más incondicional apoyo.

Valentín contempló los platos dispuestos sobre la mesa y luego examinó la expresión de bondad calculada en el rostro de Jazmín. Una sonrisa sarcástica se dibujó involuntariamente en sus labios.

En tiempos pasados, cada ocasión que bebía en exceso, Esmeralda invariablemente le preparaba una reconfortante sopa caliente al día siguiente, aunque nunca sin manifestar cierto reproche maternal.

-Observa nuevamente cuánto has bebido. No sucedería nada catastrófico si moderaras tu

consumo. Ese jefe tuyo es un viejo astuto con quien no puedes competir en resistencia etílica.

-En la próxima ocasión, abstente de beber tan desmedidamente, o me veré obligada a suspender la preparación de tu cura para la resaca.

-¿Experimentas nuevamente dolor estomacal? Esa es la consecuencia directa de tus descuidos alimenticios. Toma este medicamento, experimentarás mejoría inmediata.

En aquellos momentos, tales expresiones le resultaban irritantes, pero al evocarlas ahora,

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comprendía que estaban impregnadas de genuina preocupación. Esmeralda realmente velaba por su bienestar

-Adelante, Valentín, degustalo.

Jazmín le ofreció una cucharada de café con expresión expectante, interrumpiendo

abruptamente el hilo de sus pensamientos.

Tras un instante de vacilación, Valentín regresó al presente con determinación.

-No, te lo agradezco.

Se incorporó con resolución, recuperando su expresión de indiferencia característica.

-Tengo asuntos pendientes que requieren mi atención, disfrútalo .

-Valentín, yo

Jazmín permaneció desconcertada, incapaz de comprender qué error había cometido, observando perpleja cómo su figura se alejaba con determinación.

En el interior del majestuoso Templo de San Antonio, la señora Santana acompañaba a Úrsula mientras ambas se entregaban a la oración con devoción sincera. La anciana, arrodillada sobre el mullido cojín con las manos devotamente entrelazadas, murmuraba plegarias apenas

audibles.

Al incorporarse finalmente, la señora Santana la sostuvo con delicadeza, manifestando genuina curiosidad:

-Mamá, ¿qué petición especial has elevado a Dios en esta ocasión?

-¿Qué otra cosa podría solicitar al Altísimo? Lo habitual, que ustedes, las generaciones jóvenes, puedan disfrutar de una existencia serena y plena.

La señora Santana esbozó una sonrisa sutil y perspicaz.

-Intuyo que tu solicitud divina abarcó más aspectos.

-Siempre has poseído la capacidad de comprenderme profundamente. Dime con sinceridad, ¿qué opinión te merece Siete como potencial nuera?

La señora Santana frunció ligeramente los labios y, tras una breve pausa reflexiva, respondió:

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