Capítulo 180
Estefanía contempló a Pablo con una sutil expresión de desprecio mientras se alejaba un paso, como si la idea de que aquellas manos infantiles, relucientes de grasa, pudieran manchar su impecable vestimenta le resultara intolerable.
-¡Esto está delicioso! -exclamó Pablo con entusiasmo desmedido, extendiendo su pequeña mano hacia el plato en busca de otra pieza.
Estefanía apartó el plato con un movimiento calculado, situándolo fuera del alcance de aquellas manos ansiosas.
-Si deseas continuar degustando estas delicias, primero deberás revelarme exactamente qué te ha encomendado Jazmín.
-Me prometió que no lo contaría a nadie.
-¿Realmente crees que en casa de tu querida Jazmín encontrarás muslos de pollo tan exquisitos como estos? Y no solo puedo ofrecerte esto; imagina tamales de piña recién hechos, maíz salado con el punto exacto de mantequilla, alitas de pollo glaseadas en Coca–Cola…
Con cada manjar que Estefanía describía con voz melodiosa, los ojos de Pablo resplandecían con mayor intensidad, como pequeñas estrellas encendidas por la promesa de aquellos placeres olvidados. ¿No eran precisamente estos los platillos que su madre solía preparar con tanto amor? El tiempo había desdibujado en su memoria cuándo fue la última vez que había disfrutado de aquellos sabores familiares. Desde aquel día en que su madre se marchó, su padre había contratado a Eugenia para encargarse de la cocina, pero sus preparaciones resultaban pálidas sombras de los manjares maternos. La posibilidad de saborear nuevamente aquellas recetas todos los días despertaba en él una añoranza casi dolorosa.
-Y por supuesto, podríamos emprender aventuras inolvidables. Imagina visitar el Parque de los Animales Salvajes en el extranjero, explorar el Reino del Castillo de los Pequeños, y sé que los Transformers te fascinan, ¿no te encantaría conocer Universal Studios?
Las palabras de Estefanía, pronunciadas con estudiada cadencia, envolvieron al pequeño como una red invisible. En cuestión de segundos, Pablo había caído completamente bajo su influencia, olvidando sin remordimiento las advertencias de Jazmín. A escasa distancia, una videocámara capturaba meticulosamente la escena, registrando con precisión cada palabra que brotaba de los labios del pequeño…
…
Diez minutos después, Estefanía observaba con mirada gélida a Pablo, quien devoraba entusiasmado los muslos de pollo en el comedor, ajeno a la tormenta que había desatado con sus confesiones. Se incorporó con movimientos fluidos y se dirigió hacia una habitación
cercana.
En el interior, Esmeralda permanecía inmóvil junto a la ventana, con el rostro marcado por una
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Capitulo 180
profunda decepción que parecía haberla envejecido.
-¿Escuchaste toda la conversación? -preguntó Estefanía con un dejo de irritación mientras transfería el video recién capturado a un dispositivo USB sobre el escritorio.
-Tu propio hijo, por quien tanto has sacrificado, escondió inocentemente las pruebas que te incriminan en tu propia casa. ¿Qué sensación te provoca esto?
-¿Qué sensación? -Esmeralda dejó escapar una risa breve y amarga mientras negaba suavemente con la cabeza-. Si he de ser completamente sincera, lo que predomina en mí es una extraña sensación de alivio.
-¿Alivio? ¿A qué te refieres exactamente?
-En algún momento llegué a cuestionarme si manipular a mi propio hijo de esta manera era moralmente aceptable. Fingir mi muerte y desaparecer, abandonándolo a una vida en familia incompleta, siempre había generado en mí cierto peso de culpabilidad.
Estefanía asintió con gesto comprensivo, interpretando perfectamente el sentimiento.
-Ahora puedes estar tranquila; esa última semilla de remordimiento debería haberse desvanecido por completo.
-Efectivamente–confirmó Esmeralda con un asentimiento decidido.
Se había esfumado.
Una vez completada la transferencia del video, Estefanía sostuvo el pequeño dispositivo USB entre sus dedos y cuestionó:
-¿Cuál sería el siguiente movimiento estratégico? ¿Divulgamos esto públicamente o preferirías otro enfoque?
-No te expongas innecesariamente a problemas.
Considerando la imagen pública de Estefanía, hacer público este material podría tener consecuencias negativas para ella.
Esmeralda contempló el dispositivo USB y pronunció con voz desprovista de emoción:
-Ya te lo expresé claramente: ella debe experimentar exactamente lo que ha sembrado.
-Comprendo perfectamente -respondió Estefanía con un asentimiento, extrayendo su celular para contactar inmediatamente a Valentín.
En ese preciso instante, Valentín se encontraba en estado de profunda agitación, recorriendo frenéticamente diversos lugares tras recibir la alarmante llamada de la guardería informándole sobre la inexplicable desaparición de su hijo.
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