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La Falsa Muerte de la Esposa novel Chapter 21

Capítulo 21

Durante el fin de semana, Margarita permaneció en la casa de la familia Espinosa, negándose a volver a su propio hogar. El aire en la residencia parecía cargado de sus suspiros y murmullos, mientras los días se deslizaban entre charlas y el tintineo de cubiertos. Pasó largas horas con su nieto Pablo, tejiendo momentos de complicidad, pero también. aprovechando cada instante para deslizar comentarios mordaces sobre Esmeralda, como si sus palabras fueran hilos que intentaban enredar la inocencia del pequeño.

Cuando Eugenia entró con una bandeja rebosante de frutas frescas, el aroma dulce de las naranjas y mangos llenó la sala. Sin embargo, al dejarla sobre la mesa, alcanzó a escuchar la voz firme de Margarita:

-Pablo, escúchame bien, cuando tu mamá regrese, no le hagas las cosas tan fáciles.

-¿Dónde se ha visto una madre que abandona a su hijo sin mirar atrás?

-Cuando seas grande y busques esposa, por favor, no elijas a alguien como ella.

Eugenia, con el corazón apretado, colocó la bandeja con suavidad y, en un tono sereno aunque cargado de resignación, murmuró:

-Margarita, el niño es muy pequeño aún. Tal vez sería mejor guardar estas palabras para otro

momento.

-¿Y a ti qué te importa?

Margarita giró la cabeza, sus ojos chispeando con desprecio y una furia contenida.

-Tú eres solo la niñera aquí. ¿Quién te dio permiso para meterte en los asuntos de la familia? Te paga mi hijo, no Esmeralda, así que mejor quédate en tu lugar.

Eugenia guardó silencio, inclinó la cabeza en un gesto de asentimiento y se retiró con pasos quedos. Al cruzar la puerta, un suspiro escapó de sus labios mientras negaba con la cabeza.

-Con una suegra así, cualquiera entendería por qué la señora prefirió marcharse.

Pablo, que hasta ese momento jugaba despreocupado con sus bloques de colores, pareció recordar algo de pronto. Su rostro se arrugó en una mueca de angustia.

-¡Ay, no hice mi tarea de manualidades!

-¿Qué tarea es esa?

El pequeño, preso de la desesperación, comenzó a golpear el suelo con los pies, un tamborileo inquieto.

-El viernes, la maestra nos pidió algo. ¡Mamá no me lo recordó!

-Ya te dije que no hables de tu mamá.

-Pero es que solo ella sabe cómo hacerla.

03:00

Capitulo

-No digas tonterías. Yo también sé, y está Eugenia para ayudar.

Margarita, con un gesto imperioso, llamó a Valentín para que contactara al maestro de la guardería y averiguara los detalles de la dichosa tarea. Tras confirmar que se trataba de una corona de flores, ordenó a Eugenia que reuniera los materiales: tijeras, cartulinas brillantes y pegamento que olía a infancia.

Sin embargo, tras horas de intentos torpes, con papeles arrugados y bordes desalineados, el resultado seguía siendo un caos.

-¡Así no es!

-Abuela, no sabes cómo hacerlo, no quiero que lo hagas .

-Quiero que mamá me ayude. ¡Quiero a mamá para mi tarea!

Pablo alzó la voz, sus gritos resonando mientras pateaba el aire y, en un arranque, tiraba todo lo que había sobre la mesita: tijeras, trozos de papel y un vaso que rodó hasta el suelo en un

estruendo.

-Tranquilo, pequeño, ven con la abuela. No llores, mi cielo.

Margarita lo envolvió en sus brazos, su tono dulzón contrastando con la escena.

-Es solo una tarea de manualidades. Tu papá hablará con la maestra y le dirá que no la harás. Él es un hombre importante, ¿sabes?

Eugenia, con la paciencia de quien ha visto mucho, intervino en voz baja:

-Margarita, me temo que eso no será tan sencillo. La guardería de Pablo es de las mejores, y ni siquiera el señor tiene tanto peso ahí. Si no fuera por Esmeralda, Pablo no estaría en ese lugar.

Las palabras solo avivaron el llanto de Pablo, que ahora resonaba con más fuerza.

-¡Quiero a mamá! ¡Quiero que ella me ayude con la tarea!

-¡Los trabajos de mamá son los más bonitos! ¡Quiero que todos los niños me envidien!

Margarita alzó una ceja, incrédula.

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