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La Falsa Muerte de la Esposa novel Chapter 28

Capítulo 28

Araceli elevó la voz con un dejo de orgullo infantil, sosteniendo su creación en alto para que todos la vieran.

-¡Miren, las coronas de flores blancas así son para funerales! Por eso mi tía me ayudó a hacer esta roja tan bonito.

Teresa esbozó una sonrisa tenue, sus ojos siguiendo la figura de Jazmín mientras esta se alejaba con pasos apresurados. Un cosquilleo de reconocimiento la recorrió; algo en los gestos de esa joven, en la curva de su espalda, le resultaba inquietantemente familiar, como un eco de alguien que alguna vez cruzó su vida.

Pablo, entretanto, seguía derramando lágrimas sin consuelo, su pequeño cuerpo temblando entre hipidos. Margarita, con un suspiro resignado, sacó su celular y lo acercó al rostro del niño, buscando distraerlo.

-Mira, pequeño, tu mamá acaba de subir algo a Instagram. ¿Ves? Ella también te hizo una corona de flores preciosa. ¿Quieres que le diga que lo traiga ahora mismo?

Pablo alzó la vista, los ojos todavía brillando con lágrimas, y asintió con energía.

-Abuela, dile a mi mamá que lo traiga rapidito, por favor.

-Claro, mi cielo, ahorita le escribo.

Margarita apenas había tecleado unas cuantas palabras cuando Araceli subió al escenario, sosteniendo una corona de flores pequeña pero vibrante entre las manos. Los niños abajo, maravillados, dejaron escapar un coro de admiración: ¡Wow!.

Pablo, con esa agudeza que tienen los pequeños, reconoció al instante el rojo intenso de la corona que su madre había creado con tanto cariño.

-¡Abuela, mira! ¡Esa corona la hizo mi mamá!

Margarita frunció el ceño, desconcertada. Sacó el celular otra vez y comparó la imagen en la pantalla con lo que veía en el escenario. No había duda: era idéntico. ¿Qué estaba ocurriendo? ¿Cómo había terminado la corona de flores de Esmeralda en manos de esa niña?

Araceli, al principio, temblaba de nervios sobre el escenario, sus dedos apretando el borde de la corona de flores. Pero las miradas curiosas y los susurros de asombro de sus compañeros fueron suavizando su timidez.

-Amigos, esta corona tan especial lo hice con mi tía.

-Usamos veintiuna hojas de papel rojo, y también

De pronto, Pablo se levantó de un brinco del regazo de Margarita, el rostro encendido de furia. Apuntó a Araceli con un dedito tembloroso.

-¡Tú eres una ladrona!

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Capitulo 28

Todas las cabezas se giraron hacia él. La maestra, que aún intentaba reponerse del caos de la corona de flores funeraria, sintió un sobresalto.

-Pablo -dijo con voz firme, cargada de advertencia.

-¿Cómo te atreves a decir eso? Pídele disculpas a Araceli ahora mismo.

-¡No me voy a disculpar! ¡Esa corona la hizo mi mamá para mí! ¡Ella lo robó!

Sin esperar respuesta, Pablo corrió hacia el escenario, la indignación impulsándolo como un torbellino. Araceli, tímida por naturaleza, palideció al verlo acercarse, sus ojos abriéndose de puro miedo. Si no hubiera sido por la maestra, que se interpuso con agilidad, las manos de Pablo habrían alcanzado su rostro.

-¡Pablo, qué te pasa! -gritó la maestra, el corazón latiéndole con fuerza mientras lanzaba una mirada ansiosa a Diego y Teresa, que ya se aproximaban.

La advertencia de la dirección resonaba en su cabeza: la familia de Araceli era poderosa, los Santana, una estirpe de influencia casi legendaria. Si algo salía mal, no solo peligraba su empleo, sino el futuro entero del jardín de niños.

-Señora Margarita, por favor, controle a su nieto.

Margarita se apresuró a tomar a Pablo del brazo, su tono firme pero cansado.

-Para, Pablo, no hagas más escándalo.

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