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La Falsa Muerte de la Esposa novel Chapter 79

Capítulo 79

Esmeralda frunció el ceño, sus dedos deteniéndose un instante sobre la mesa mientras procesaba el nombre que acababa de escapar de los labios de su amiga.

-¿Valentín? ¿Qué pasa con él ahora?

Estefanía, con el rostro encendido por una furia apenas contenida, dejó escapar un suspiro cortante antes de responder.

-Mi agente me acaba de avisar que varios patrocinadores que estaban a punto de renovar conmigo llamaron hoy para echarse atrás, así, de la nada.

Esmeralda entrecerró los ojos, una chispa de sospecha iluminando su mente.

-¿Crees que sean los socios de Valentín?

-Claro que -respondió Estefanía, inhalando profundamente para calmarse-. Esos mismos que antes no paraban de insistir en trabajar conmigo. Esto tiene su firma por todos lados.

Esmeralda guardó silencio, sus labios apretándose en una línea fina. Recordó la última vez que Estefanía había mencionado su visita a la familia Espinosa; seguramente había dicho algo que hirió el orgullo de Valentín. Así era él: una fachada de cortesía que escondía un carácter vengativo, un hombre que no olvidaba ni perdonaba fácilmente. En el mundo de los negocios, esa frialdad podía ser una virtud, pero entre amigos era un defecto imperdonable.

-Voy a hablar con él -dijo Esmeralda, su voz firme mientras su mirada se ensombrecía con

determinación.

Al verla alcanzar su celular, Estefanía se apresuró a detenerla, colocando una mano sobre la suya con un gesto rápido.

-¡Para, para! Yo me encargo de esto. Con todo lo que te costó salir de ese enredo, ¿para qué

vas a meterte otra vez con él?

-Es que esto empezó por mi culpa -insistió Esmeralda, su tono cargado de responsabilidad-. No puedo quedarme de brazos cruzados como si nada.

Estefanía se encogió de hombros, esbozando una sonrisa despreocupada que contrastaba con la seriedad de su amiga.

-Bah, son solo unos patrocinios menores, no me quitan el sueño. Si de verdad te sientes culpable, mejor invítame a una buena cena y estamos a mano.

Estefanía

-¡Ya, no insistas! -la cortó Estefanía, levantando una mano con aire teatral-. Tengo hambre, y hablando de otra cosa, ese producto para la piel que me diste está de maravilla. Mis ojeras están casi desapareciendo. Consígueme más, ¿?

Esmeralda asintió con una leve sonrisa, aliviada por el cambio de tema.

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Capítulo 79

-Claro, eso está hecho.

Contactar a Hermano Yeray sería sencillo; él siempre tenía lo mejor a la mano.

La noche desplegó su manto sobre la ciudad, y en la mansión Santana, Teresa Benítez aguardó pacientemente a que Isaac terminara sus asuntos antes de acercarse a la puerta de su estudio. Con un toque suave, anunció su presencia.

-¿Mamá? ¿Necesitas algo? -preguntó Isaac, alzando la vista desde su escritorio, sorprendido por la visita.

-Solo quería verte un rato -respondió Teresa con una sonrisa cálida, ofreciéndole una bandeja repleta de frutas frescas.

A pesar de ser su madre, la distancia emocional entre ellos era palpable. Su carácter reservado y el hecho de que rara vez se quedara en la mansión habían tejido una relación más formal que afectuosa. Tras unos minutos de charla ligera, Teresa deslizó al fin el motivo real de su visita.

-Hoy vino Margarita de visita -mencionó con un tono casual.

-¿Quién? -Isaac frunció el ceño, desconcertado, hasta que la memoria lo alcanzó-. ¿La

madre de Valentín?

-Esa misma confirmó Teresa-. Supongo que fue por lo que dijiste sobre cortar la colaboración con los Espinosa, aunque ella se la pasó hablando de mil cosas sin tocar el punto directamente.

El rostro de Isaac se ensombreció, una sombra de disgusto cruzando sus facciones.

-¿Y qué dijo?

-Que tu asistente, Carmelo Silva, anda enredado con la nuera de los Espinosa -respondió Teresa, sacudiendo la cabeza con desprecio-. Lo soltó con una vulgaridad que me dio

escalofríos.

Por un instante, el aire en el estudio se espesó. La mandíbula de Isaac se tensó, sus ojos oscureciéndose con una mezcla de incredulidad e irritación. Teresa, al notar su reacción, asumió que el enojo iba dirigido a Carmelo y se apresuró a aclarar.

-Carmelo lleva años contigo, Isaac. conoces su integridad mejor que nadie. No haría algo tan ridículo. Seguro Margarita se tragó un chisme y lo está adornando a su manera.

-Tienes razón -asintió Isaac, su voz grave mientras luchaba por aplacar la tormenta que

crecía en su interior.

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