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La Falsa Muerte de la Esposa novel Chapter 89

Capítulo 89

En ese preciso instante, Jazmín cruzó el umbral con un aire ligero y despreocupado.

-Señora, vine a hacerle una visita anunció, extendiendo dos bolsas de regalo hacia Eugenia con una sonrisa cálida-. Esto es para usted, un suplemento para su salud, y esta otra es comida especial para Pablo.

Eugenia recibió las bolsas con un gesto amable, mientras Margarita, que hasta ese momento fruncía el ceño con un dejo de irritación, suavizó su expresión al verla llegar. Aunque todavía guardaba en su pecho un rescoldo de rencor por aquel incidente con las coronas de flores, no podía negar que Jazmín tenía un don para congraciarse con la gente. Además, debía admitirlo, últimamente había invertido una buena suma en complacerla.

No voy a pelearme con alguien que sabe gastar bien su dinero, pensó con un atisbo de pragmatismo.

-Señora, ¿cómo está su pierna hoy? ¿Quiere que le un masaje? -ofreció Jazmín, acercándose con una solicitud genuina en la voz.

-Ay, hija, ¿cómo voy a estar bien? -respondió Margarita con un suspiro teatral-. Me duele tanto que ni comer ni dormir puedo como Dios manda.

Jazmín se acomodó a su lado, su sonrisa tan amable como una brisa de primavera.

-No se preocupe, señora, ya hablé con el doctor Jáuregui, del Monasterio Legado de Hipócrates. En unos días vendrá personalmente a tratarla aquí en casa.

-¿¡El Monasterio Legado de Hipócrates!? -exclamó Margarita, sus ojos brillando como si acabaran de encenderse con una chispa de esperanza.

Tomó el brazo de Jazmín con una mezcla de emoción y asombro.

Y

-Jaz, no me digas que es el mismísimo doctor de Marina del Este, en las Colinas de Fénix. ¡Dicen que el doctor Jáuregui puede traer a alguien del borde de la muerte con una sola aguja! ¡Como si el mismísimo Hipócrates hubiera regresado a la vida!

-Sí, es exactamente ese -confirmó Jazmín con un brillo sutil en la mirada-. Logré contactarlo para que venga a verla.

-¡Por Dios santo! -Margarita apenas contenía su entusiasmo-. ¿Y no es casi imposible conseguir una cita con él? He oído que tiene reglas estrictas; si no es una enfermedad grave, de vida o muerte, ni se molesta en aparecer. En el peor de los casos, manda a sus discípulos. ¿Cómo lo lograste, Jaz? ¿Tienes tanto peso así?

Jazmín dejó escapar una risa suave, acomodándose un mechón de cabello con un gesto delicado.

-No es que yo tenga tanto peso. Mis amigos son de confiar, y, bueno, su posición también influyó. El doctor Jáuregui seguramente consideró el prestigio de su familia.

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Esas palabras encendieron una sonrisa radiante en el rostro de Margarita. Ella, que no había nacido en cuna de oro, siempre había sentido el aguijón de la inferioridad entre las elegantes damas de la familia Santana. Que su linaje, fruto del esfuerzo de su hijo, fuera reconocido así, le llenaba el alma de un orgullo cálido y reconfortante.

-Jaz, que sabes cómo alegrarme el día -dijo, su voz cargada de satisfacción-. ¿Por qué no tengo la suerte de tener una nuera como ?

Jazmín bajó la mirada con una fingida timidez, dejando que una sonrisa tímida danzara en sus labios.

-Señora, ¿qué cosas dice? Valentín ya está casado, tiene hijos. ¿No debería estar disfrutando

de su familia ahorita?

-¿Qué familia ni qué ocho cuartos? -replicó Margarita, sus ojos destellando con un brillo

conspirador.

Le dio unas palmaditas suaves en la mano y bajó la voz, como si compartiera un secreto precioso.

-No te preocupes, Jaz. Esa Esmeralda no va a durar mucho en esta familia. En cuanto la empresa de Valentín salga a bolsa, la sacamos de una patada y te abrimos las puertas de par

en par.

Jazmín abrió los ojos con una chispa de ilusión, aunque intentó disimularla con un leve titubeo.

-No eso no suena muy correcto.

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