Capítulo 94
André acababa de concluir una reunión cuando revisó las llamadas perdidas en su celular, provocando que su expresión se tornara más sombría. La pantalla revelaba exactamente lo que había anticipado.
-Te lo dije -declaró Fabián con una sonrisa de triunfo dibujándose en sus labios-. Si ignoras a Sabrina unos días, ella vendrá arrastrándose a buscarte como un perro hambriento.
-Ahora sigue ignorándola y verás cómo pronto dejará caer su máscara, revelando su verdadero rostro y volviendo a ser la misma de antes.
Media hora después, las puertas metálicas del ascensor se deslizaron con un susurro mecánico. Fabián y André emergieron uno detrás del otro, con pasos decididos que resonaban en el mármol del vestíbulo.
Sabrina se incorporó al instante al verlos, su corazón acelerándose involuntariamente.
-André…
No logró articular más cuando la voz intrusiva de Fabián atravesó el aire como un látigo:
-André, vámonos ya, algo grave ocurre con Araceli. Debes ir a verla inmediatamente…
André, que ya había resuelto no prestar atención a Sabrina, ni siquiera le dirigió una mirada mientras avanzaba a su lado, como si fuera invisible.
-Solo un minuto… -intentó Sabrina, interponiéndose en su camino con determinación.
-¡Sabrina! -la voz de Fabián estallaba con indignación fabricada-. Aunque estés tan desesperada por un hombre, ¿no puedes leer la situación? Araceli está en problemas y tú aquí, obstruyendo el paso de André. ¿Acaso deseas que le suceda algo terrible a propósito? ¡Tu malicia no tiene límites!
“Este hombre es un maestro de la manipulación.”
-Cuando el señor Guerrero se burlaba de mí hace unos momentos, no mostrabas tal urgencia -respondió Sabrina con serenidad calculada-. ¿Por qué ahora tanta prisa?
-¡Sabrina, deja de entorpecer! -Fabián rechazó la acusación. Si algo le ocurre a Araceli, André jamás te perdonará.
“Qué predecible resulta esta táctica.”
-Fabián, tus palabras resultan fascinantemente absurdas -una sonrisa irónica se dibujó en los labios de Sabrina-. No he realizado acción alguna, ¿y ya me acusas de querer causar daño? ¿Qué sucede, poseo algún poder sobrenatural para infligir mal a distancia?
-¡Sabrina, tú-!
17:49
-Basta -la voz cortante de André interrumpió la discusión como una daga.
Dirigió su mirada gélida hacia Fabián.
-¿Dónde está Araceli? Llévame con ella inmediatamente.
-André… -el ceño de Sabrina se frunció con preocupación.
-Sabrina -respondió André con una frialdad que cortaba el aire-, si algo le ocurre a Araceli por tu intervención, entonces… quizás realmente cargaré la culpa sobre tus hombros.
La mano de Sabrina se aflojó instintivamente, como si hubiera recibido un impacto físico.
André partió con paso firme, su determinación evidente en cada movimiento.
Fabián lanzó una mirada de desprecio triunfal a Sabrina antes de marcharse, pavoneándose como un gladiador victorioso.
El asunto de Daniela no podía posponerse indefinidamente, y Sabrina ignoraba cuándo tendría otra oportunidad de encontrarse con André. Con resolución, solicitó un taxi y siguió discretamente el vehiculo de André hasta llegar al hospital.
Sabrina no pretendía irrumpir imprudentemente en la situación. Aguardaba con paciencia en el exterior, esperando que André concluyera su visita a Araceli para abordar el tema de Daniela. Perturbar a Araceli durante su supuesta recuperación constituiría un acto imprudente.
Una hora después, finalmente la puerta de la habitación hospitalaria se abrió con un suave crujido. André emergió con expresión indescifrable.
No manifestó sorpresa al descubrirla esperando en el pasillo.
Sin dignarse a mirarla, pasó junto a ella como si fuera parte del mobiliario.
-André… -intentó nuevamente Sabrina, siguiendo sus pasos con determinación.
Sin embargo, antes de completar su frase, la voz baja y cristalina del hombre la interrumpió con suavidad cortante:
-¿No afirmaste que jamás vendrías a suplicarme?
Sabrina apretó los puños instintivamente, la indignación bullendo bajo su piel.
Deseaba responder que, de no ser por defender a su amiga, jamás se habría presentado ante él. Pero considerando la crítica situación de Daniela, Sabrina contuvo su impulso.
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