ATRACCIÓN PELIGROSA. CAPÍTULO 4. ¡Tiene que sacar a Nahia del país…!
Realmente que Austin le pusiera lo cuernos o no la tenía sin cuidado. Nahia había ido allí esa noche para romper con él, y la única razón por la que había aceptado verlo en su departamento era para ahorrarse el escándalo en público, porque estaba segura de que alguna payasada iba a hacer. (2
Verlo follarse a dos chicas solo le habia confirmado que estaba tomando la decisión correcta, pero si había tomado esa decisión en primer lugar era porque no había podido evitar compararlo con un hombre mejor. 3
Minutos, solo minutos viendo a Austin y a su guardaespaldas juntos, le habían bastado a Nahia para aceptar que había hombres mucho mejores que su novio. Lo que la estaba matando en ese momento no eran los cuernos, era que el “mejor hombre” con el que lo había comparado estaba resultando ser tan falso como él.
-No estaba tratando de encubrirlo… -trató de justificarse Aaron.
“Estaba haciendo tiempo para que empezara a follárselas a ver si te descorazonaba“, pensó.
-¿Y para qué demonios detuviste el ascensor? ¿Para que le diera tiempo acabar de follarse a sus putas antes de que yo llegara? ¿Para eso era el café? -le espetó Nahia entre dientes, ardiendo de la rabia-. ¡Judas era menos evidente que tú!
Se dio la vuelta y atravesó el pasillo para detenerse frente al ascensor. Un instante después y a medio vestir, Austin la estaba persiguiendo.
-¡Nahia, espera, lo siento! Me dijiste en tu mensaje que no ibas a venir… -le gritó y ella puso los ojos en blanco.
-Yo no te mandé ningún mensaje, pero muy buena justificación, Austin, puedes follarte a quien quieras mientras yo no esté -espetó ella con desprecio.
Austin miró a Nahia sin comprender y luego al guardaespaldas.
-¡Sí mandaste un mensaje! A menos que… ¿Todo esto lo planeaste tú, verdad? -gruñó mirando a Aaron-. ¿¡Metiste dos putas en mi casa solo para que Nahia rompiera conmigo!?
La muchacha miró al guardaespaldas por un segundo pero su rostro era impávido y su silencio era toda la respuesta que se necesitaba, ni siquiera lo estaba negando.
Austin rugió con rabia mientras tomaba a Nahia por la muñeca.
-¡Nena ¿no te das cuenta?! ¡Él tiene la culpa! Trató de separarnos, por eso metió a esas mujeres en mi departamento sabiendo que venías! -le gritó Austin y Nahia miró fijamente esa mano con que la sostenía.
-¿También te agarró la verg@ y te hizo metérsela a las chicas? -siseó Nahia con
sarcasmo-. Suéltame, Austin. El numerito de victima no te queda.
-Nahia… tienes que escucharme…
-¡No, no tengo que hacer nada, menos por ti! Esto se acabó, así que suéltame, porque me estás lastimando y si no te rompo la cara yo, te la va a romper él–gruñó la muchacha señalando a Aaron con la cabeza y aunque tenía ganas de mandarlo al diablo, el guardaespaldas de verdad parecía a punto de golpear a Austin.)
-¡Él trabaja para mí! ¡Y tú eres mi…!.
No pudo terminar. La rodilla de Nahia fue directo a su entrepierna y apenas se dobló de dolor cuando su cara tropezó violentamente con el codo de la muchacha. Si la escena no hubiera estado tan tensa Aaron hasta hubiera sonreído al verla patear a Austin fuera del ascensor. (1
Su chica explosiva realmente era una pequeña bomba cuando estaba enojada, y en aquel momento lo estaba. 2
Las puertas se cerraron y un segundo después Aaron se lanzó por las escaleras. Llegó jadeando al estacionamiento, buscándola por todos lados, y la vio caminar impávida hacia
su auto.
-¡Nahia, espera! -la detuvo pero no se atrevió a tocarla porque ya estaba bastante molesta-. Estás alterada, no deberías conducir así… Déjame llevarte.
Ella abrió la puerta del coche sin siquiera mirarlo, pero se detuvo y respiró profundo.
-No soy una mujer irresponsable, señor Orlenko, ni siquiera alterada me atrevería a conducir mal -espetó mientras se sacaba aquella pulsera-. ¿Recuerda el respeto del que le hablé? Felicidades, acaba de perderlo. -Empujó la pulsera contra su pecho y luego se subió a su auto-. Espero no tener el disgusto de volver a verlo nunca más. 2
Aaron sintió un nudo en el estómago mientras la veía marcharse. Había metido la pata hasta el fondo, lo sabía. Nahia era muy madura aunque fuera tan joven, si le hubiera dicho la verdad ella lo habría entendido.
-¡Maldición! -gruñó con impotencia mientras se metía aquella pulsera en el bolsillo.
Regresó arriba y las chicas ya estaban esperándolo en el cubo de la escalera. Aaron les pagó por su eficiente servicio y ellas se fueron muy felices a seguir haciendo su noche en otros lugares.
Entró al departamento y se encontró a Austin sentado en la cocina, aguantando varias toallas de papel contra su nariz sangrante.
-i¿Cómo fuiste capaz de hacerme esto?! -le gritó el muchacho con una voz fea y nasal—. ¡Eres mi guardaespaldas!
Literalmente lo único bueno de todo aquello era verlo sangrar así que Aaron sonrió.
-Era tu guardaespaldas. Renuncio, imbécil -declaró antes de dirigirse a la puerta.
-¡Esto no se va a quedar así! -gritó Austin.
-Claro que no, se va a quedar jorobada, ese fue un codazo magistral -respondió Aaron y salió dando un portazo. 1
Sin embargo no hizo oídos sordos a la amenaza de Austin, sabía que era una rata, así que después de presentar su renuncia con Jeff Carter y llegar a un acuerdo sobre la seguridad en su compañía, Aaron se fue a su hotel y se mantuvo atento a cualquier movimiento del muchacho.
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