Libro 21 La fabulosa vida de Jay: Capítulo 27
Jay
Dios mío, las cosas estaban sucediendo rápidamente entre Evan y yo. Después de ver lo bien dotado que estaba Evan, podía que necesitar cambiarle el apodo de “florecita” a “semental“.
-Mmm, creo que deberíamos ir a abrazarnos desnudos en mi habitación, florecita -le dije.
-Tú y los apodos -Evan se rió.
-Oye, estaba pensando en mejorar tu apodo, pero ahora tal vez no -fingí hacer un puchero.
-¿En qué estabas pensando? -preguntó Evan.
-Eso, querido, tendrás que averiguarlo -lo provoqué.
Me levanté del sofá y lo tomé de la mano para que se pusiera de pie y me siguiera. Fuimos a
mi habitación, y le agarré la cara para darle un beso de nuevo.
Evan sujetó la mía y me besó de vuelta con igual pasión.
-¡Wow, podría besarte todo el día! -jadeé al tomar aire.
-Yo también -respondió Evan. Sus ojos brillaban con lujuria.
-Vamos, acurruquémonos desnudos -le insistí, arrastrándolo hacia la cama.
-¿Qué pasa con el acurrucarnos desnudos? -preguntó Evan.
-¿Nunca te has acurrucado desnudo antes, ni siquiera con una chica? -quise saber mientras
me acostaba en mi cama.
Evan se metió en la cama junto a mí y se acomodó de lado para mirarme.
-Um, no realmente. Cuando estaba con una chica, nunca estaba con ellas el tiempo suficiente para acurrucarnos -admitió.
-¿Así que ninguna chica pasó una noche entera contigo? -pregunté, trazando mi dedo a lo largo de su mandíbula.
-No, es difícil de explicar. Solo estaba con chicas por estar con una chica, pero nunca me
significó nada -murmuró Evan mientras tomaba mi mano y la besaba.
-Creo que lo entiendo. Yo era así en la secundaria. Era popular y deportista… -dije.
-¿Eras deportista? -interrumpió Evan.
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-Sí, ¿por qué nadie lo cree? Jugaba fútbol americano y fútbol, incluso luché un poco -reí.
-Simplemente, no puedo imaginarte como deportista, supongo -comentó Evan mientras pasaba sus dedos por mi cabello.
-Bueno, también dormía con chicas. Pero solo lo hacía para encajar. En el último año, no podía negar que prefería dormir con el quarterback que con la líder de las porristas. Solo me estaba negando a mí mismo que era gay -le confesé mientras lo besaba en el hombro.
–
-Así es como me sentía, solo que no fue hasta este año que fui honesto conmigo mismo –
reconoció Evan.
-Ojalá hubiera esperado hasta la universidad para salir del clóset en lugar de en la
secundaria -comenté.
-¿Por qué? -preguntó.
-Tal vez mis padres no me habrían rechazado. Cuando se los dije, me quedaban cuatro meses de mi último año. Digamos que no les gustó. Si no fuera por la mamá de Jaime, mi tía, quién sabe qué habría pasado -expliqué.
-¿Entonces no tuviste una buena salida del clóset? -quiso saber Evan.
-No–respondí.
-¿Por qué saber esto te hace aún más atractivo para mí? -preguntó con curiosidad.
-No lo sé -susurré, dándole un beso.
Evan me besó y fue deslizando su boca por mi cuello.
-Creo que sé por qué te gusta acurrucarte desnudo -se rió en mi cuello.
-Sí, es lo mejor, ¿verdad? —reí mientras empezaba a pasar mis dedos por su cabello.
-Te deseo, Jay -murmuró Evan mientras se acercaba y me daba un beso.
Podía sentir que ya estaba duro y listo mientras envolvía mis piernas alrededor de las suyas
en la cama.
-Mmm, ¿quieres que sea el dominante? -le pregunté. Preferiría ser el pasivo, pero sabía que
era la primera vez de Evan.
-No, quiero sentirte en mi v***a -afirmó Evan.
-¿Has hecho sexo anal con una chica? -quise saber. Evan asintió-. Ok, solo hazme lo que hiciste con la chica -le indiqué.
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Me acerqué a mi mesita de noche y abrí un cajón. Saqué el lubricante y un condón. Se lo
entregué a Evan y le pregunté:
-¿Estás seguro? Puedo esperar si no lo estás.
-Estoy seguro, realmente quiero follarte, Jay, de verdad. Quiero que seas mi primero -dijo Evan, aplastando sus labios contra los míos.
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Evan
Jay me estaba besando de vuelta. Nuestros labios se succionaban ávidamente. Se veía tan
hermoso desnudo en mis brazos.
Realmente quería sentirlo. Quería follarlo tanto en ese momento. Había algo en Jay que me
hacía quererlo solo para mí.
Mientras nos besábamos, Jay bajó la mano y agarró mi polla. Le dio unas buenas sacudidas. Dejó de besarme, inclinó su cabeza hacia abajo y besó la punta de mi dura polla.
Rasgó el condón y procedió a ponérmelo.
Levanté su cabeza y lo giré. Mi cara se dirigió hacia su trasero y pasé mi lengua por la hendidura. Jay dejó escapar un jadeo de sorpresa. Empecé a mover mi lengua dentro y fuera
de su ano.
-Dios mío, Evan, se siente tan bien -jadeó Jay mientras jugaba con mi lengua en su ano.
Seguí masajeándolo con mi lengua. Me encantaba escuchar a Jay jadear y gemir con esa
acción.
-¡Oh, Evan, no pares! -gritó Jay mientras ponía más presión con mi lengua en su ano.
Saqué mi cara de su trasero y fui hacia su hombro y le di un beso. Le susurré al oído:
-¿Te gustó eso, bebé?
-Oh, querido señor, sí -dijo Jay.
Apreté un poco de lubricante en mi dedo y empecé a masajear su ano.
-Ahh, eso se siente bien -Jay empezó a jadear.
Sondeando mi dedo dentro y fuera de su apretado ano, no podía esperar a sentirlo en mi
v***a.
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