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El agua golpeaba contra su piel como queriendo romperla, su cuerpo se estrellaba contra las piedras rompiendo lastimando sus huesos a su paso. Y a pesar de todo aquello y del dolor que casi la llevaba a la inconciencia, Isabela solo podía sonreir internamente porque por fin, después de esto, cuando llegara al borde del rio, donde se encontraba el inicio de una violenta cascada, ella podria encontrar la paz tras la muerte. «NO» escuchaba en su cabeza, una voz que no pertenecía a su mate, más ella no le prestaba atención.
Había sido la primera vez que había podido tomar una decisión y llevarla a cabo hasta el final. Más feliz no podía ser, incluso si esta significaba terminar con su vida.
Sin embargo, su felicidad, como siempre no duró mucho. Algo se cerró en torno a su nuca de una manera violenta y tiró de ella con fuerza impidiendo que llegara a su destino. Clara intentó luchar y resistirse, para percatarse del daño a su cuerpo y no poder moverse Además, lo que atravesaba la piel trasera de su cuello eran colmillos y se aferraban a ella con firmeza.
Solo le quedó rendirse otra vez y resignarse a ser arrastrada, por ya ni le importaba quien de vuelta a la orilla. Algo que no fue nada fácil. La corriente era sumamente fuerte y tiraba de los dos haciendo difícil poder estabilizarse.
Clara intentó por última vez liberarse siendo un resultado inútil oyendo el gruñido del lobo que la tenia aguantada. Se estremeció al reconocerlo. Era aquel de pelaje dorado. El que la había marcado.
Antes, mientras ellos estaban tan enfrascados en su lucha, mordiéndose en un intento e destruirse, ninguno se había dado cuenta que habían dejado a su mate y ella había huido. Descubriéndolo muy tarde teniendo que presenciar como ella se precipitaba buscando acabar con su vida.
Erthan no lo había pensado dos veces antes de lanzarse en busca de ella dado que era el que estaba más cerca. No dejaría que ella muriese. Y agradeció que sabía nadar bien aun en su forma animal, llevándola consigo de vuelta a tierra. Gruno, aun con la piel de la loba mientras Dixon, en la orilla la agarraban de la parte trasera del lomo y tiraba de ella para estabilizarla en la orilla. La presión del agua hacía que fuera un proceso muy complicado.
Pero antes de poder volver a pelear con su hermano, Ethan necesitaba un respiro. Le dolía cada músculo de su cuerpo y tenía heridas de su pelea anterior. Lentamente abrió la boca soltando la piel magullada de la loba. La sangre bañaba su paladar deleitándose con el dulce sabor. Retrocedió un paso y se dejó caer en sus traseros. Acto seguido alzó la cabeza mostrando sus colmillos.
Aléjate de ella – Ethan sentía como la rabia volvía a consumir su cuerpo viendo a Dixon casi sobre la loba. Loba que estaba empapada y hecho un ovillo tembloroso en el suelo.
– Tů a mí no me mandas – Dixon no se vio intimidado por el otro lobo y bajó la cabeza para dar una larnida fuerte contra la nuca de la loba y dejando salir una cantidad absurda de feromonas contra ella, con la intención de inarcarla también con su olor. Si el otro la habia marcado por que el no
Clara ya no pudo resistir y soltó un gemido de dolor estremeciéndose por aquello. Sentía su sangre ander y se recogió tanto entre ella misma, escondiendo su cabeza entre sus palas que
parecia una cachorra muy pequeña. Su sangre demasiado caliente para su gusto corriendo por sus venas por lo que no pudo controlar su transformación y pronto su cuerpo se encontró desnudo en medio de las dos bestias. Ella no subió su cabeza. Se abrazaba como podía intentando protegerme.
Estaba aterrada de ellos dos.
Dixon y Ethan se quedaron, en partes iguales mirando el pequeño cuerpo desnudo y tembloroso, con la piel erizada dada la baja temperatura del agua. Tendrían que llevarla a la manada para que entrara en calor, y Ethan fue el primero en moverse.
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The readers' comments on the novel: Destinada a los gemelos alfas