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Ethan salió de la casa con su mate en sus brazos sin mirar atrás. No le importaba realmente lo que hiciera Dixon con esos dos lobos que se hacían llamar los padres de la loba en sus brazos. Por él como si les arrancaba el cuello, porque si no, no hacía y ellos se cruzaban de nuevo en su camino, él de seguro si lo haría.
-Shhhh- le dijo a la hembra en sus brazos apretándola más contra él. No podía negar que seguía molesto, muy molesto. Ella hubiera estado bien segura en la mansión donde su hermano la había dejado, no deambulando sola de aquí para allá.
Apretó los dientes para contener un gruñido, pero su olor fuerte hizo que ella se tensara en sus brazos e intentara moverse para salir de su agarre pero él no la solto. Y no lo haría, ella tenía que aprender una lección. Ella era la mate de él… y de su hermano. No podía salir simplemente sola.
En eso alguien le cortó el camino y Ethan alzó una ceja, dubitativo. -¿Qué quieres?- miró desde arriba a la loba pequeña pero delgada y bonita que le sonreía coquetamente.
-Yo puedo… conmigo estará mejor. Yo soy más tranquila y sumis…- 1 -No necesito alguien diferente- el lobo la interrumpió. No sería la primera insinuación hacia él y era algo que comenzaba a molestarle. Eso era otra cosa que tenía que hablar ya con Clara. Tenía que enlazarse con ella para no seguir siendo un lobo soltero. Eso era humillante. Y con eso en la cabeza y sin prestarle atención más a aquella loba caminó en dirección contraria a la mansión. Quería un tiempo con su mate sin distracciones y menos de su hermano. 2
Abre tus piernas y déjame verte. Te voy a comer otra vez. Y no protestes. Esto es un castigo los colmillos de él. Así como sus ojos delataban el estado en que se encontraba, puramente salvaje.
Clara, bajó él comenzó a temblar no queriendo hacer eso y negó con la cabeza, pero el lobo no parecía inmutado con la reacción suplicante de ella. Por el contrario, su cuerpo se llenó de espeso pelaje dorado y la transformación lo invadió hasta que quedó en su aspecto animal, enorme e intimidante.
No tuvo que repetir lo mismo dos veces. Solo necesitó un gruñido para que Clara apretara los labios y comenzara a abrir sus piernas dejándole a su merced aquella zona que el pretendía devotar y hacerla gritar.
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