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Dixon pensó que enloquecería cuando no encontró a su mate en la habitación. Dio media vuelta y comenzó a correr por toda la casa buscándola en cada cuarto, en cada rincón aun si este no tenía olor a ella. El rastro de Clara estaba tan débil que apenas si podía sentirlo. Podía oír a su hermano corriendo detrás de él como loco.
Aun así, cuando se detuvieron en la planta baja, jadeando y salivando, no habían encontrado a su mate. Dixon se trasformó haciendo que una densa capa de feromonas lo envolvieran. Sus garras, colmillos y ojos apenas notaron la transformación, se giró hacia su hermano que lo había copiado y no lo pensó dos veces antes de lanzarle un puñetazo.
Ethan no tuvo tiempo de reaccionar y el dolor en su rostro lo atravesó cayendo al suelo con un sonido sordo. La sangre pronto brotó de su nariz y boca y hasta los huesos de su rostro habían crujido bajo los nudillos del alfa.
-Solo tenías que quedarte con ella- Dixon gruñó sonoramente y Will y los pocos lobos que se acercaban a ellos retrocedieron. El alfa estaba más allá de lo molesto – Acaso no podías ignorar todo y quedarte a su lado. Ahora no está. Ethan se levantó limpiándose bruscamente la sangre.
– Fui porque si me mandaste a buscar era porque tu maldito trasero necesitaba ayuda. Si mueres ella también estúpido- Ethan le respondió mostrando igual sus colmillos de forma amenazante.
La tensión entre ellos era inminente. En cualquier momento comenzarían a pelear, pero para sorpresa de los presentes Dixon cerró los ojos y se apretó el entrecejo. Segundos después los abrió, su rostro era el mismo frío y serio de siempre. No miraba a Ethan, si lo hacía le arrancaría la garganta.
-Will- llamó al beta.
El lobo corrió rápido a su encuentro, aunque las densas feromonas del alfa aun danzaban fuertes alrededor de él de forma intimidante.
-Si, alfa.
– Voy a ir a buscar a mi mate. Mueve a todos los lobos. Que busquen en cada perímetro fuera de la manada, en cada casa, detrás de casa árbol, detrás de cada piedra. No puede quedar un solo lugar sin revisar.
Los ojos de Will se abrieron con sorpresa.
-¿Clara… ya no está en los límites de la manada?
Sin embargo, eso era un caso muy hipotético. Los cazadores no tendrían que estar por esa zona įverdad?
Fue tarde su pensamiento cuando puso una pata en el suelo y algo se cerró en torno a ella. El gemido de dolor que soltó la loba fue lastimero mientras las púas de metal se enterraban en su piel casi arrancando su miembro. Aterrada ella tiró desgarrándose aún más la carne de su pata. La sangre brotó en grandes cantidades.
-No, no. Ayuda, duele- la loba se sacudió mirando atrás al lobo pidiendo que la ayudara.
Este dejó el cuerpo de Clara con un sonido sordo al caer al suelo como un peso muerto y corrió hacia ella viendo la infame escena, sin saber que estaba pasando. Nunca había visto algo como eso. Solo podía decir que era una trampa pare bestias.
Unos pasos hicieron crujir las ramas y ojos alrededor. Los dos lobos se tensaron, la hembra temblando ahora de temor y dolor.
De entre los arbustos una forma humana comenzó a aparecer portando algo en sus brazos. Los dos se tensaron. Era un maldito cazador.
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